El eco mediático de ciertas
informaciones suele arrastrar a formar unánimes conclusiones que pueden llevar
a engaño. Y es que algo que se repite muchas veces invita a convertirse en
tendencia, asumiéndose en ocasiones como realidad sin que sea necesariamente
cierto. Es el caso, sin duda, del acuerdo alcanzado y rubricado el pasado
verano de colaboración entre el Girona FC y el Manchester City, del que tanto
se ha repetido que conllevaría el auge del conjunto catalán a través de la
llegada de refuerzos desde tierras británicas, hasta el punto de convertirse
para muchos en algo asumido como verídico sin pararse a reparar en la realidad
de los hechos y la influencia del acuerdo en el aspecto meramente deportivo.
Aplicando perspectiva a la
sucesión de hechos acaecidos desde la firma del acuerdo, la realidad sitúa a
cuatro futbolistas llegados desde el City, entre ellos, un Pablo Maffeo con 20
añitos que ya había estado las dos últimas temporadas a las órdenes de Machín
en el Girona de Segunda. Los otros tres, Douglas Luiz, Aleix García y Kayode,
han tenido una participación mínima en un equipo que ha sorprendido a todos en
la primera vuelta y al que, por inercia, se minimizan méritos atribuyendo la
influencia del Manchester City en su buen rendimiento.
Sin embargo, el Girona de Machín
es un bloque que se viene construyendo durante varios años sobre los sólidos
cimientos de un sistema de juego innovador aplicado por un entrenador, Pablo
Machín, que año tras año ha evolucionado un equipo de autor, hasta edificar un
conjunto sin apenas fisuras, generoso en el esfuerzo, solidario y ordenado, que
aplica a los carrileros una importancia capital para el juego de un equipo que
convierte la continuidad del bloque en una extrema fortaleza a través de la que
automatiza mecanismos para minimizar errores y maximizar virtudes. Y es que
conviene resaltar que 10 de los 12 jugadores que más minutos acumulan en la
temporada ya pertenecían a la histórica plantilla del ascenso del Girona a
Primera. Los Bono, Juanpe, Ramalho, Pere Pons, Aday, Mojica, Maffeo, Granell,
Borja García o Portu no han llegado desde Manchester, ni tan siquiera son
nuevas incorporaciones de esta temporada. Son jugadores que vivieron la mágica
temporada del ascenso y que en algunos casos llevan en su mochila el peso de la
decepción pero también el aprendizaje de los ascensos frustrados. Jugadores con
el ADN Machín interiorizado, que conocen perfectamente lo que el técnico espera
de ellos y lo que el equipo requiere para conseguir rendir al nivel necesario
para que el bloque funcione.
Es sobre ello sobre lo que
descansa el mérito de una temporada extraordinaria del Girona FC hasta la
fecha, en la que la victoria sobre el Real Madrid fue probablemente su momento
más reconocido, pero cuyo mayor éxito es el de competir en cada partido sin
perder la cara a ningún rival. Un equipo con mayúsculas forjado en la
continuidad del bloque y en el convencimiento y la fe de la plantilla en su
líder, que no es otro que Pablo Machín. El Girona ha logrado convertirse en un
equipo de autor. Un conjunto admirado por su rendimiento inesperado, con un
mérito muy por encima de su acuerdo con el Manchester City. No se dejen engañar
por las falsas apariencias.
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