Los inicios de J.R. Smith no difieren un ápice de los de cualquier otro jugador de la NBA. Miembro de una gran familia, dos de sus hermanos también se dedicaron al deporte. Incluso Chris, su hermano pequeño, llegó a disputar dos minutos en los Knicks durante la temporada 2013-14.
Siempre se ha considerado a Smith como un hombre que se mueve por impulsos. Así pues, tuvo uno en el año 2003 que le empujó a escribir una carta a la universidad de Carolina del Norte con la esperanza de ser aceptado. No obstante, tras disputar el McDonald’s All-American en abril de 2004 y firmar una extraordinaria actuación, tuvo otro: decidió presentarse directamente al Draft de la NBA. Sin pasar por la universidad, fue elegido con el pick-18 por los Hornets, donde conoció al padrino de su primera hija, Demi: Chris Paul.
Los primeros años de Smith en la liga, los años de los Hornets, fueron discretos. No fue hasta su traspaso a Denver, en julio de 2006, cuando todo se empezó a complicar. Ya a finales de aquel año, Smith se vio envuelto en su primer problema con la liga: los Denver Nuggets y los New York Knicks se enzarzaron en una pelea encarnizada por toda la pista tras recibir Smith una flagrante de Mardy Collins en un contrataque. La primera sanción, de las incontables que recibió, fueron diez partidos.
La carrera de Smith en pista ha estado marcada, claramente, por su cercanía con Carmelo Anthony, no en vano, es el padrino, como Paul, de una de las hijas del escolta. Un par de meses después de la pelea, Anthony y Smith tuvieron un accidente de tráfico que afortunadamente se saldó sin heridos. Algo de misterio envuelve aquel suceso, ya que lo único que dijo sobre el tema la franquicia fue que el coche, que conducía Smith, era propiedad de Carmelo. Sin embargo, los problemas de Smith con el tráfico aumentaron el nueve de junio, cuando tuvo otro accidente, esta vez junto a dos acompañantes que sí dejó heridos. Smith y Bell, uno de sus acompañantes, tardaron horas en ser rescatados de dentro del coche. Ninguno de los dos llevaba el cinturón en el momento de la colisión. Bell falleció dos días después a causa de las lesiones ocasionadas en el accidente. Ya el año siguiente, un gran jurado de Monmouth County (NJ) consideró no culpable a Smith de homicidio por el accidente.
La vida continuó para el escolta de New Jersey, a pesar de que aquel suceso marcaría su interior para siempre. Consiguió durante aquella temporada alguno de los mejores partidos de su carrera deportiva, siempre en consonancia los horrendos momentos con los buenos, con su career-high ante los Kings (45 puntos, con 13/22 en tiros de campo), y el récord de triples para un jugador de los Nuggets (11). Aquella temporada acabaría en el escalón más alto de la postemporada hasta entonces para J.R.: las Finales del Oeste ante los Lakers, que supuso una nueva desilusión. Una nueva caída.
Aun así, los problemas crecían para Smith, puesto que al terminar la temporada, fue considerado culpable del accidente de junio de 2007. La sentencia estipulaba que debía pasar noventa días en la prisión de Monmouth County, pero sesenta de esos días fueron suspendidos, con la condición de que completara quinientas horas de servicio a la comunidad. Sin embargo, tampoco esto lo llevó a cabo, pues acabó cumpliendo veintricuatro días.
De nuevo se cruzaban las malísimas noticias con las buenas, y Smith seguía progresando en la mejor liga de baloncesto del mundo, hasta que hubo un parón. El Lockout. Carmelo se acababa de marchar a los Knicks, la temporada había vuelto a terminar demasiado pronto y ya no había más baloncesto. Smith, entonces, hizo las maletas y se marchó a China.
El contrato con los Golden Bulls de Zhejiang no incluía la cláusula que tenían muchos jugadores que se habían marchado de Estados Unidos durante el Lockout, la que permitiría al jugador volver a la NBA cuando se solucionara el cierre patronal. Smith, por lo tanto, tuvo que seguir en China hasta el final de la temporada, en la que anotó el máximo histórico de su carrera con sesenta puntos y 14/18 en triples, también saliendo desde el banquillo.
Pero no ayudó a los Golden Bulls a clasificarse para los Playoffs, con lo cual Smith firmó por los Knicks, para acompañar de nuevo a Carmelo, en unas turbias negociaciones, en las que se llegó a decir que Anthony no quería a Smith en Nueva York. No tardó demasiado Smith en volver a las andadas, o quizás en darle la razón a Carmelo, pues un mes después, Smith fue multado por la NBA con 25,000 dólares por subir a Twitter una foto del trasero en ropa interior de la modelo Tahiry Jose. Para Carmelo, jugar en Nueva York era jugar en casa, pero para Smith podía significar una cosa muy distinta, y quizá eso era lo que temía Anthony con la llegada de su amigo. Además, J.R. volvía a ser presa de su pasado, ya que fue arrestado en Miami Beach por evitar ir a juicio en 2011 después de que fuera citado por llevar una scooter sin licencia.
A pesar de lo que pudiera parecer por lo anteriormente descrito, su periplo en China tampoco estuvo exento de polémica, puesto que un mes después del arresto en Miami, demandó a su ex equipo, el Zhejiang Golden Bulls de la liga china, por un millón de dólares que no le pagó alegando el equipo que el jugador se había perdido numerosos entrenamientos y que, incluso, llegó a fingir una lesión.
Sin embargo, en Nueva York, y por momentos, exhibió una muy buena forma, ganando incluso el premio a Mejor Sexto Hombre en la temporada 2013, siendo el primer knick que lo gana desde una leyenda como John Sparks, en 1997. Fue su temporada más completa en cuanto al número de partidos, pues la disputó casi al completo (80/82), y demostró al fin la calidad que atesora. Pero en Playoffs apareció de nuevo el reverso tenebroso de Smith, cuando fue suspendido para el Game 4 de la primera ronda después de darle un codazo a Jason Terry en el mentón. Con los Knicks también fracasó en postemporada.
En el regreso a los entrenamientos, Smith fue nuevamente suspendido, esta vez con cinco partidos, por violar el programa antidroga de la liga. Los problemas continuaron en enero del año siguiente, cuando fue multado con 50,000 dólares por conducta antideportiva por desabrochar las cordoneras de los rivales durante los tiros libres. Volvía a exhibir un comportamiento infantil y nada acorde con su condición.
Pero 2015 lo iba a cambiar todo. Después de los numerosos rumores de su vida nocturna en Nueva York, en enero, J.R. fue enviado a los Cleveland Cavaliers, al lado de LeBron y Kevin Love en la búsqueda del anillo en su tierra del Rey. Lejos de las luces y el entretenimiento de la Gran Manzana, los problemas de Smith se acotaban a sus actuaciones en la pista. Fue suspendido con dos partidos por golpear a Jae Crowder en el cuarto partido de las semifinales del Este, hoy en día su compañero en Cleveland. Pero el primer intento ante los Warriors en las Finales fue baldío, y una nueva derrota se amontonaba sobre la espalda del escolta. Parecía imposible ser un ganador, habiendo sido siempre un perdedor. Ni siquiera alejándose de las fiestas neoyorkinas, en medio de la nada en Cleveland, parecía ser capaz de darle la vuelta a su carrera deportiva, y no digamos a su vida.
La temporada siguiente sería la menos problemática de J.R. en Cleveland, puesto que únicamente se perdió cinco partidos de temporada regular y firmó varios extraordinarios desde el triple en las rondas por el título. Entonces llegó el momento. El momento en que todo lo anterior dejaba de tener un sentido, si es que en algún momento lo hubiera tenido. Después de la batalla, después de levantar un 1-3 adverso a los todopoderosos Warriors, después de haberse pasado gran cantidad de su carrera deportiva suspendido, después de los problemas con las drogas, después de todos los cargos, después estar en lo más profundo del infierno, Earl Joseph Smith III se sentaba en la rueda de prensa posterior al séptimo partido mojado, por el Gatorade derramado, y por las lágrimas que brotaban de él. Apenas se le pudo entender, pero en sus anegados ojos se podía ver el triunfo del maldito, la victoria del malvado, la revancha del pandillero, el orgullo del padre y la redención del condenado.
Alcanzó, al fin, la tranquilidad que deseaba. La estabilidad que buscaba llegó en forma de matrimonio con Jewel Harris, con la que tiene tres hijas: Demi, Peyton y Dakota. A las cuatro se dirigía en aquella rueda de prensa, intentando dejar atrás al maldito, al malvado, al pandillero y al condenado.
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