La cabeza de Paco Alcácer sirvió al Barça para sumar una nueva victoria en Champions League -intrascendente, es cierto- pero una victoria al fin y al cabo. Ya que hay que jugar un partido, qué mejor que ganarlo y además llevarse un buen pellizco económico. La cabeza de Paquito, una fortaleza.
La participación del ariete de Torrent en la Supercopa de España ante el Real Madrid, su titularidad en el debut liguero ante el Betis y su asistencia como revulsivo ante el Alavés en la segunda jornada, todo en apenas tres semanas, presumían una temporada con protagonismo e importancia en los planes de Ernesto Valverde. Sin embargo, desde esos 33 minutos en Mendizorroza del 26 de agosto, es como si desapareciese del mapa.
Tuvimos que esperar mes y medio, hasta el 21 de octubre, para volver a ver a Paquito vestirse de corto. Fue ante el Málaga en el Camp Nou y tan solo fueron siete minutos con el partido resuelto. Nueve ausencias en el césped que alimentaban los rumores sobre un posible traspaso en el mercado invernal en busca de minutos y nuevamente se abría el debate sobre lo acertado o no de su incorporación la pasada campaña. ¿Qué sucedió en el próximo mes y medio de competición? La cabeza de Paquito.
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Lejos de bajar los brazos, de buscar un traspaso, de salir a protestar en zona mixta o colgar fotos en las redes sociales con ánimo ofensivo para quien no lo alinea; Paquito se dedicó a trabajar duro. A entrenar. A esperar su oportunidad sin hacer ruido. Y aprovecharla, claro. A hacer su trabajo, en definitiva. La fortaleza mental de un chico joven que quiere jugar, que ve como se lesionan compañeros y es la última opción, es extraordinaria. Un mes y medio sin participar para un futbolista es toda una vida.
Le llegó la titularidad en Copa del Rey, ante un equipo de Segunda B, sí, pero marcó. Pocos días después Valverde lo alineaba como titular en liga ante el Sevilla y lo aprovechó. Hizo los dos goles culés. Repitió en el XI ante el Leganés y generó el primer tanto azulgrana. Volvió a marcar en Copa del Rey ante el Murcia y ayer su cabeza, además de funcionar por dentro con el ímpetu de un ejército romano, sirvió como arma para marcar otro gol y conseguir otra victoria. La cabeza de Paquito, una fortaleza.
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