Thomas, tenemos un problema

Es algo que podía llegar a suceder. Ni siquiera podemos decir lo de “improbable, pero puede que…” porque no es así. Era más que probable que, en algún tramo de la temporada, nos encontráramos ante una situación como la que se nos presenta para finales de esta semana, en la que un sólido e invicto FC Barcelona visita el estadio del segundo clasificado.

La (discutida) planificación blaugrana del pasado verano tuvo en cuenta varias posiciones a reforzar. El foco de atención se dirigió al centro del campo (donde Marco Verratti capitalizó durante un tiempo portadas y deseos) y también en la delantera, a raíz de la fuga de Neymar. Opino que la segunda posición se cubrió de forma excelente con el fichaje de Ousmane Dembélé, o por lo menos mejor que la primera, ya que Paulinho representa (a pesar de su magnífica contribución al equipo) un perfil alejado de lo que más falta hacía al club, en su persistente búsqueda del estilo ‘perdido’.

Quizás la intensa luminosidad de estos focos fue lo que eclipsó o dejó en segundo plano el problema con el que ahora nos encontramos: la falta de garantías ante la simultaneidad de lesión o sanción de más de un central del primer equipo, lo que desemboca en un quebradero de cabeza para Ernesto Valverde.

La milicia formada por Gerard Piqué, Samuel Umtiti, Javier Mascherano y Thomas Vermaelen es, a ojos de cualquier aficionado al fútbol que viva el presente, un grupo de centrales que no te garantiza el rango de efectividad máxima que debería perseguir un equipo que aspira a todo. Con ello no quiero decir que estemos descartados para los títulos, ni mucho menos. Me refiero a que algunas de las combinaciones de estos cuatro elementos no te permiten afrontar un partido importante con las garantías necesarias. En otras palabras: una pareja que no sea la formada por Piqué (a buen nivel) y Umtiti no me da, ahora mismo, la seguridad que necesito para afrontar, por ejemplo, una final de Champions League, una eliminatoria a doble partido contra el Manchester City / Paris Saint Germain o un partido en el que te juegas medio título de Liga.

Aunque el del domingo no sea un caso parecido a los citados (el partido es importante pero ni mucho menos nos jugamos media Liga), el FC Barcelona llegará a Mestalla con las bajas de Gerard Piqué por sanción, y Javier Mascherano por lesión. Uno de esos escenarios (im)probables ha querido aparecer en el momento más inoportuno para recordarnos que las casualidades también existen, que puede coincidir la baja de dos de tus cuatro centrales para un partido y que puede ser justamente en el partido más importante que has tenido hasta la fecha. Una casualidad, sí, pero que alberga un componente de causalidad muy fuerte.

(Getty)

La situación, en cualquier otro contexto, sería sencilla: si el segundo y el tercer central más importante del equipo están de baja, juega el cuarto. Sería la opción más lógica dentro de una plantilla de fútbol… si no fuera porque estamos hablando del inédito Thomas Vermaelen. Un jugador al que nada le ha acompañado en su andadura culé (y cuando digo nada, es nada) y que no ha hecho más que alimentar la probada teoría de que el territorio gunner debería ser zona prohibida para el FC Barcelona en materia de fichajes. Mi admirado Thierry Henry es la excepción que confirma toda regla, como siempre sucede en estos casos.

La falta absoluta de confianza que tiene Ernesto Valverde en Thomas Vermaelen (sus únicos minutos de la temporada los ha disputado en el partido de Copa del  Rey en Murcia) me hacen dudar sobre si decidirá aplicar la lógica de plantilla o se decantará por otras opciones. En tal caso, ¿cuáles podrían ser?

Existe una alternativa que ya hemos visto con otros entrenadores: la reubicación de un jugador del centro del campo a la posición de central. Ante esta posibilidad, todos los ojos miran a Sergio Busquets como recurso de emergencia. Es una opción sensata, respaldada por la seguridad y el buen hacer que proporciona el jugador más inteligente que he visto en los últimos años sobre un terreno de juego. La capacidad organizativa y el desplazamiento de balón que ofrece Sergio podrían dar al entrenador las garantías suficientes para alinearlo en Mestalla como central. El hándicap es que pierdes a Busquets en una posición en la que es absolutamente clave para el sistema de juego. Además, las bajas de Sergi Roberto y André Gomes juegan en contra de que Valverde pueda implementar esta opción.

La tercera opción, que no me veo capaz de plantear ahora mismo, es la participación de los centrales Jorge Cuenca o David Costas, quienes están jugando habitualmente con el filial. Me duele especialmente decir que es una opción que no plantearía, porque siempre he creído que se debería recorrer a estos jóvenes jugadores cuando hay la necesidad. De hecho, es una de las cosas que creía que aún se podían rescatar de la esencia de siempre del FC Barcelona: en caso de problemas de efectivos, se recorre al filial y se les pone a jugar, sin importar el contexto o el escenario.

(Getty)

Sea cual sea la solución por la que opte Ernesto Valverde, conviene recordar que todas hubieran podido ser evitables mediante la adquisición de un central de garantías en el pasado verano. Se habló de Íñigo Martínez, salió el nombre de Davinson Sánchez y siguen apareciendo Yerry Mina o Matthijs De Light. También se acuerda uno de la salida de Marc Bartra, un jugador que quizás no estaría jugando de titular en este Barça, pero que cumpliría con la función actual de Javier Mascherano a la perfección.

Se trata de nombres que, de tenerlos en la plantilla, nadie dudaría de su presencia en el once para este domingo en Mestalla. Nombres que estarían conviviendo y participando de lleno en la dinámica de entrenamientos y partidos con el resto de compañeros. Nombres que estarían por encima de un Thomas Vermaelen que, ante este escenario, quizás ya ni formaría parte del club.