Cuando Fábio Carille, el entrenador que armó el Corinthians campeón de fútbol brasileño 2017, recordaba todo lo que había sufrido por las críticas recibidas al asumir el cargo en enero, sus jugadores irrumpieron en la rueda de prensa y lo bañaron con cerveza.
Fue entonces por primera vez que el director técnico criado en la ciudad de Sertaozinho, en el interior del estado de Sao Paulo, se relajó y disfrutó de haber obtenido el título del «Brasileirao» cuando aún restan tres fechas para que finalice el torneo en su primer año como técnico de Primera División.
Fábio Luiz Carille de Araújo, de 44 años, ex lateral izquierdo que fue jugador profesional entre 1992 y 2007 sin mucho éxito en más 10 clubes de Brasil, hace del perfil bajo un culto. Siempre dice que el mérito es de sus dirigidos, aunque es realmente difícil querer pasar inadvertido cuando se entrena a uno de los dos equipos más populares de Brasil.
«No me siento responsable (por el título de campeón). Ellos –por los jugadores- me escuchan y ejecutan. La forma cómo vamos a jugar es idea mía, pero en el campo, es mérito de ellos«, declaró el entrenador después obtener el séptimo título de campeón brasileño para el club fundado en 1910.
Sin embargo, sí lo es. Este Corinthians hizo de la eficacia, el orden defensivo y la regularidad en gran parte del certamen sus mejores armas para imponerse a sus rivales al título. Así como su técnico, este «Timao» campeón no brilla, no tiene ningún jugador abanderado del «futebol bonito» brasileño, pero en silencio, terminó por quedarse con el título después de la victoria del miércoles 3-1 sobre Fluminense.
El entrenador trabaja en el club desde 2009, y desde entonces, fue sucesivamente ayudante de campo, entre otros, de Mano Menezes y Tite, el actual entrenador de la selección brasileña.
En diciembre del año pasado fue confirmado por la dirigencia de Corinthians como técnico para esta temporada, y el ser casi un desconocido generó una gran resistencia por parte de los «torcedores corinthianos», que no le deban más que un puñado de partidos al frente del equipo.
Con el título ya en su currículum, Carille recordó el miércoles esos primeros momentos en que fue confirmado para el cargo.
«Recibí un video que me enojó. Decía que iba a durar tres partidos. Es una falta de respeto. Te ponen contra una pared y te tiran piedras. Son burros, ni esperaron que comenzara el año«, aseguró.
Sin embargo, el entrenador destacó que su confirmación como técnico principal de Corinthians no fue el mayor desafío de su carrera, sino que más difícil fue ser interino club por primera vez en 2010, cuando la institución tenía en su plantel a Ronaldo y Roberto Carlos. «Los miraba y pensaba: ‘¿qué les puedo decir a ellos dos?‘».
Siete años después, la situación del club era otra. El entrenador sabe que él fue la «solución casera y económica» para que el equipo afrontara una temporada sin grandes contrataciones de jugadores como en el pasado reciente.
Corinthians ha perdido patrocinadores, está acosado por las deudas generadas a partir de la construcción de su estadio, que fue uno de los escenarios del Mundial 2014, y ve a su clásico rival –Palmeiras- y a Flamengo administrar presupuestos millonarios.
A Carille tampoco le pesó la sombra de Tite, el técnico que más admira, responsable en los últimos años agregarle las vitrinas del club paulista dos Campeonatos brasileños (2011 y 2015), una Copa Libertadores y un Mundial de Clubes de la FIFA (ambos en 2012).
Los resultados comenzaron a llegar enseguida. Primero, en marzo, obtuvo un Campeonato paulista más para Corinthians, aunque hace años que los torneos estaduales están muy devaluados en Brasil y solo sirven para hacer ajustes para el «Brasileirao».
Lo mejor del equipo estaba reservado para el Nacional y se vio en la primera vuelta de la competición: Corinthians llegó a la cima de la tabla de posiciones en la quinta fecha y desde entonces construyó una ventaja que ya en la décimo tercera fecha era de diez puntos sobre el segundo colocado.
En esa histórica primera vuelta, Corinthians cosechó 47 puntos en 18 partidos y tuvo una efectividad del 82,5 por ciento, el mejor balance desde que el torneo pasó jugarse a rondas de ida y vuelta en 2003. Además, terminó invicto y acumuló 15 victorias en ese período.
Una floja segunda mitad puso en riesgo el título, pero tres triunfos consecutivos antes del partido decisivo de este miércoles volvieron a abrir una ventaja de 10 unidades con su inmediato perseguidor, Gremio de Porto Alegre.
Ya campeón, Carille sabe que para el plantel será complicado encarar la rutina de entrenamientos y partidos, y él, siempre tan metódico para trabajar, asegura que por primera vez en el año no sabe quiénes van a ser los titulares en los tres partidos que faltan para terminar la temporada.
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