El entorno es algo primordial. Sentirse a gusto, cómodo, entre algodones, hará que todo tenga otro color, otro aroma, y a posteriori, resultados positivos. Diego Costa ha vivido en el último año un auténtico aluvión de cambios, unos mejores que otros.
El delantero brasileño, nacionalizado español, ha sido una de las explosiones agradables del fútbol europeo desde la pasada temporada. La marcha de Radamel Falcao al Mónaco hizo que la delantera del Atlético de Madrid otorgara más protagonismo a Diego Costa, quien sufrió una auténtica metamorfosis que acabó coronándole como uno de los mejores atacantes del mundo.
Su enorme temporada en las filas rojiblancas (36 goles en 52 partidos) hizo que Vicente Del Bosque moviera ficha por convertirle en jugador disponible para España, llevándole incluso al pasado mundial de Brasil 2014. Pero los cambios bruscos no acabarían ahí, puesto que ese mismo verano acabaría fichando por el Chelsea de Mourinho, trasladándose hasta la Premier League.
A nivel de clubes, datos incontestables. A nivel goleador representa la figura de un depredador del área, trabajador a marchas forzadas, que además cuenta con un enorme olfato goleador. Sus artes dentro del campo crean adversarios de más. Sus dotes para sacar de quicio a defensas rivales (cambiando la tendencia) se ha convertido en uno de sus puntos fuertes. Tanto en Madrid como en Londres su nombre se relaciona al gol, y su caché vive, quizás, el mejor momento de su carrera deportiva.
Sin embargo, aceptar ser internacional a nivel de selecciones con España, no ha sido la mejor elección. O al menos eso aseguran sus discretos datos representando al combinado de Vicente Del Bosque. Diego Costa no ha acabado de adaptarse a la Roja. Siete partidos le ha costado estrenarse con España, tras disputar un total de 515 minutos, convirtiéndose así en el delantero que más minutos ha necesitado para estrenarse como goleador.
El banquillo español se mostraba ansioso por celebrar sus goles durante el pasado encuentro contra Luxemburgo, cuando finalmente cazó un balón suelto dentro del área para sellar y firmar su primer gol. Parecía algo serio, incluso preocupante. Fallaba ocasiones clarísimas, como un mano a mano clarísimo durante su último encuentro. Parecía que algo incontrolable le dominaba. Incluso ha visto como el joven Paco Alcácer sumaba más goles en menos partidos, ganándole terreno tanto deportivamente como mediáticamente en lo que a titulares se refería.
Cifras preocupantes. Más todavía cuando sus 515 minutos se comparan con los que necesitaron otros como Morientes (2), Di Stéfano (47), David Villa (210) o Fernando Torres (220) para estrenarse como goleadores con España. Un delantero temido, un atacante sin escrúpulos que finaliza ocasiones como pocos en la actualidad del fútbol inglés y europeo, pero que con la Roja ha vivido un auténtico quebradero de cabeza para conseguir su primer gol.
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