Nacido al calor y los golpes de metal de la forja, el pequeño Bloomer iba para herrero. O al menos así lo intuyó su padre cuando con 12 años lo metió de aprendiz con el objetivo de que Steve desarrollase una buena musculatura. Pero el fútbol, entonces todavía en un lento proceso de desarrollo, se cruzó en su camino y el chaval fue a despuntar en la escena balompédica de Derbyshire con el equipo de St. Chad’s, en un partido contra el St. Luke’s en el que el conjunto de Bloomer cayó por un estrepitoso 15 a 0. A pesar de la humillación, había algo en Steve que auguraba trazos de una estrella de época. Y así fue.
Olfato de gol
La capacidad goleadora de Bloomer quedó latente en sus primeras apariciones por los terrenos de juego de la zona de Derby. Entre el St. Chad’s, el Tutbury Hawthorn y el Derby Swifts, se labró una sobrada reputación de delantero letal. Un chico con el gol entre ceja y ceja que había llegado a anotar 14 goles en un partido no era algo que se viese todos los días.
No es de extrañar que John Goodall, una de las notables figuras del Derby de la época, le echase el ojo al joven y señalase el prometedor futuro que se dibujaba en los ‘Rams’ con un delantero con esa categoría y hambre de gol. Así, se convirtió en su mentor y el joven dejó la herrería donde lo había metido su padre para fichar por el Derby County en 1892. Goodall, que acostumbraba a tener buen ojo para el talento, había vuelto a dar en el clavo. Steve debutó marcando cuatro goles en un amistoso contra el Darley Dale.
Por entonces, la Football League llevaba tan solo cuatro años en marcha y la legalización del profesionalismo, tres. En mitad de la liberación que suponía poder pagar a un jugador, el County lucía orgulloso la incorporación de Bloomer a su plantilla, señalando que Inglaterra estaba cerca de ver a uno de los grandes jugadores de todos los tiempos. Y así fue. Habilidoso, listo, oportunista y con un certero disparo con ambas piernas, Steve Bloomer hizo estragos en las zagas de los rivales con una facilidad pasmosa. Su idilio con el gol fascinaba a la grada, que no podía creer la maravillosa efectividad del muchacho, y frustraba a sus contrincantes, que se veían incapaces de detener a aquella máquina goleadora. Sus imponentes cifras hicieron que se ganara el apodo de ‘El Ángel Destructor’.
Derby, Inglaterra y Middlesbrough
El Derby salió subcampeón de liga en 1896, después de una dura pugna por el título con el Aston Villa a lo largo de toda la temporada. Bloomer terminó como goleador del torneo con 22 dianas, número que mejoraría el curso siguiente, firmando 24 tantos. En las posteriores ediciones del torneo, aunque el County oscilaría entre la tercera plaza y mitad de la tabla, su ‘Ángel Destructor’ coparía los primeros puestos de anotadores. Bloomer fue el máximo goleador de la First Division en cinco ocasiones: 1896 (junto a John Campbell del Aston Villa), 1897, 1899, 1901 y 1904. Mientras perforaba la red, el Derby County buscaba la gloria en la élite, bien a través de la liga, bien a través de la FA Cup, mientras se aclimataba al Baseball Ground y forjaba la leyenda de su maldición.
Para 1895, Bloomer había debutado con Inglaterra un 3 de marzo de la mejor forma que sabía hacerlo: con un doblete en la victoria 9-0 contra Irlanda. Como todo el mundo esperaba hizo gala de su capacidad goleadora durante el tiempo que pasó por la selección, un total de 23 partidos donde anotó 28 goles, y donde dejó algunos números para la historia de los ‘Three Lions’. Fue, por ejemplo, el primer jugador en anotar en sus 10 primeras apariciones, el primer jugador en anotar dos hat-tricks y el primero en anotar cuatro goles en un partido, algo que hizo, además, en dos ocasiones.
Tras haber llevado al Derby County a un subcampeonato de liga y a tres finales de la FA Cup (1898, 1899 y 1903, todas perdidas), Bloomer decidió, con 32 años, marcharse al Middlesbrough. Había jugado 376 partidos con los ‘Rams’ y había marcado 240 goles y muchas fueron las voces que se alzaron para señalar que aquel jugador ya había dado todo lo que tenía. Se equivocaron, claro.
El Boro pagó por Bloomer £750, en una política de fichajes que les había llevado a hacerse con los servicios de Fred Pentland (que luego entrenaría a Racing de Santander, Atlético de Madrid y Athletic) o Alf Common, el primer jugador por el que se pagaron £1000. Bloomer no perdió un ápice de las cualidades que le habían llevado a ganarse el apodo de ‘Ángel Destructor’ y terminó como máximo goleador del Middlesbrough en la 1906/07, con 20 tantos, y en la 1907/08, con 12. El club acabaría 11º en la tabla en su primera temporada y mejoraría en la segunda, donde alcanzaría la 6ª posición, pero después volvería a perder fuelle.
En total, Steve Bloomer jugaría 125 partidos con el Middlesbrough en los que vería puerta en 59 ocasiones y se mantendría en el club hasta la temporada 1909/10, curso en el que el equipo acabó 17º. Para entonces, el Derby County había comenzado su particular travesía por el desierto y descendía a Segunda División en 1908. Se mantendría en la categoría de plata hasta 1912, dos años después del regreso de Bloomer que, con su facilidad para alojar el balón en la red, devolvía a los ‘Rams’ a la First Division. Tenía 37 años.
Ruhleben
En 1914, Steve Bloomer comprendió que había llegado la hora de la retirada y colgó las botas. Almacenó en sus piernas 598 partidos en los que celebró 392 goles. En sus planes inmediatos se instaló la idea de pasar al banquillo como entrenador. Convencido de su nuevo reto, en julio pone rumbo a Alemania para entrenar al Britannia Berlin 92 (luego Berliner SV 1892), pero a las tres semanas de su llegada estalla la Primera Guerra Mundial.
El ‘Ángel Destructor’ fue hecho prisionero y llevado a Ruhleben, un campo de detención civil situado al oeste de Berlín. En el lugar, junto con importantes nombres de la cultura, también se encerró a futbolistas y profesionales de otras disciplinas deportivas. Bloomer se encontró en Ruhleben con Fred Pentland, que había viajado a Berlín para hacerse cargo del equipo de fútbol olímpico alemán, Fred Spiksley, ex-delantero del Sheffield Wednesday y que llevaba un par de años en Alemania entrenando al TSV 1860 Munich y al 1.FC Nürnberg, y a Sam Wolstenholme, antiguo compañero de selección de Bloomer y que se encontraba en la capital para hacerse cargo de un once representativo de la Asociación de Fútbol del norte de Alemania.
Junto a John Cameron, otro prisionero escocés que había militado en las filas del Everton como delantero, Pentland se puso al frente de la Asociación de Fútbol de Ruhleben, que organizó un torneo de liga y otro de copa donde los equipos que se montaron tomaron nombres de clubes ya establecidos como Oldham Athletic o Tottenham. Por supuesto, también se arreglaron encuentros internacionales en los que Bloomer capitaneó en varias ocasiones al combinado inglés.
Así, mientras el mundo se desangraba en los campos de batalla, la poca alegría que llegaba a los internos del campo de prisioneros alemán lo hacía a través del balón. Los datos contrastados de la época hablan de que los partidos importantes llegaban a reunir a cerca de 1.000 espectadores. Junto al fútbol, otras disciplinas como el cricket o el boxeo también tenían su espacio y eran muy seguidas.
Ruhleben, que llegó a reunir a más de 5.500 prisioneros, la mayoría de ellos británicos, comenzó a ser liberado hacia marzo de 1918. De entre los futbolistas que dieron forma a la Asociación de Fútbol del campo, todos salieron decididos a continuar con los planes que la Gran Guerra había truncado. Tres de ellos acabarían en España. Tras su paso por el equipo olímpico francés, Pentland puso los pies en Santander para entrenar al Racing en 1920. Después de unos años de inactividad, Sam Wolstenholme se sentó en el banquillo del Gimnástica de Torrelavega en 1924. ¿Y Bloomer? El bueno de Steve marchó a Amsterdam a hacerse cargo del Blauw-Wit Amsterdam, un club local holandés que se había fundado en 1902 y que no entraría en el profesionalismo hasta la década de los 50. En 1923, aceptaba una oferta que llegaba de España y viajaba a Guipuzkoa. Su próxima parada era el banquillo del Real Unión de Irún.
Txuribeltzak
El profesionalismo en el fútbol español se legalizaba en 1925. Inspirados en el modelo inglés y con el impulso de José María Acha, presidente del Arenas de Getxo, se daba luz verde al proyecto para conformar una liga de fútbol. Mientras se llegaban a acuerdos para el formato del torneo, se venía disputando desde 1903 una Copa del Rey bajo el nombre genérico de Campeonato de España.
Cuando Bloomer llegó al banquillo del Real Unión se encontró con un equipo potente. El club andaba a principios de la década de los 20 en un mano a mano con la Real Sociedad en disputa por la hegemonía del campeonato de Guipuzkoa, torneo que daba la clasificación para el Campeonato de España. El Real Unión se encargaba del Real Madrid en las semifinales de Copa de 1922 y se plantaba en la final, donde el Barcelona (entrenado por Jack Greenwell, otro inglés que poco después marcharía al RCD Espanyol) no tenía piedad de ellos y se llevaba el título tras vencer por 5-1. Al año siguiente la Real Sociedad impedía que el Real Unión revalidase su título de campeón de Guipuzkoa y lo dejaba fuera de la Copa. Tendría que esperar hasta 1923.
La etapa de Bloomer en el Real Unión fue corta pero intensa. El Campeonato Regional terminaba en manos de los irundarras, que dejaban atrás a la Real Sociedad y al C.D. Esperanza. Con la clasificación de Copa en la mano, el equipo se preparó a conciencia para ir eliminando a los rivales que salían a su paso. Fue primero el Sevilla en cuartos de final y después el 6-1 al Barcelona en el partido de desempate de semifinales. El 24 de mayo de 1924 el conjunto de Steve Bloomer se presentaba en el Estadio de Atocha, en San Sebastián, para medirse al Real Madrid en la gran final. El once que saltó al campo en aquel histórico día y que supondría su segundo título copero (el primero caía en 1919, también frente al Real Madrid) se sigue recitando hoy de memoria: Emery II, Manuel Anatol, Berges, Francisco Gamborena, René Petit, Eguiazábal, Echeveste (autor del único gol del partido), Vázquez, Errazquin, Matías y Azurza.
Steve Bloomer está observando
Al año siguiente de alcanzar el título con el Real Unión, Bloomer regresó a Inglaterra para sentarse en el banquillo del Derby County, que se encontraba, de nuevo, en el pozo de la Second Division. En 1926, los ‘Rams’ acababan segundos en la tabla y regresaban a Primera, donde se mantendrían hasta la suspensión del campeonato de liga debido al estallido de la Segunda Guerra Mundial. Pero ya no contarían con Bloomer.
‘El Ángel Destructor’ falleció un 16 de abril de 1938 a los 64 años de edad. Para entonces, ya era una leyenda tanto para el Derby County como para el Real Unión de Irún. El 21 de enero de 2017, ‘irundarras’ y ‘Rams’ establecieron el Steve Bloomer Day, un encuentro amistoso anual en homenaje al jugador y entrenador.
Su legado se extiende al ámbito musical. En noviembre de 1996, Mark Tewson y Martyn Miller, dos hinchas del Derby, habían escuchado Up There Cazaly, una antigua canción de fútbol australiano. En un alarde creativo, decidieron reescribir la letra de aquella especie de himno. La versión definitiva de su canción sonó por primera vez en el Boxing Day de 1997, en el que los ‘Rams’ ganaban 1-0 al Newcastle. El Derby County decidió adoptar el tema de aquellos dos hinchas como himno oficial del club. Steve Bloomer’s Watchin’.
Historiador. Fútbol y cultura popular. Anglófilo convencido. Cinéfilo militante. Reivindico la necesidad de contar historias más allá del balón.
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