Aunque siempre fue conocido por su fútbol ofensivo, el Besiktas debió vivir mucho tiempo a la sombra del Fenerbahce y Galatasaray, los dos grandes equipos de Estambul, por una gran razón: no responder en los momentos decisivos.
La llegada del entrenador Senol Günes en el verano de 2015, supuso un cambio. El Besiktas, que mañana enfrenta al Leipzig en la Liga de Campeones, ganó desde entonces dos campeonatos turcos y fue protagonista internacional. Su techo sin embargo fueron los cuartos de final de la Europa League.
El arranque este año en la Champions fue alentador, con victoria 3-1 ante el Porto, uno de los equipos clásicos del torneo. «Nos enfrentamos a un equipo con mucha calidad«, certificó Felipe, defensor del cuatro portugués.
Pero no ha sido fácil. Las turbulencias políticas de Turquía provocaron que, después del último título, jugadores como el delantero Mario Gómez o el argentino José Sosa decidieran marcharse del equipo.
Así, el alemán volvió al Wolfsburgo argumentando la «situación política», mientras que el sudamericano justificó su pase al Milan porque a su esposa le daba miedo seguir viviendo en la ciudad turca, en particular por sus hijas.
Las preocupaciones no eran infundadas, como lo demostró un ataque que dejó 44 muertos después de un partido de la Liga turca, en diciembre pasado, en el estadio del Besiktas. Un grupo asociado al prohibido Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) se adjudicó posteriormente el atentado.
En el exterior, Besiktas es visto como un equipo crítico con el actual gobierno turco. El presidente de la institución, Fikret Orman, lo niega tajantemente. «Besiktas es un club deportivo, no una asociación política».
Para muchos seguidores, sin embargo, esto no cuenta. Como ejemplo, es posible citar a «Carsi», un grupo de aficionados conocido por sus vínculos con la izquierda y por el rol que jugó en las multudinarias protestas registradas en 2013 en el país.
Diez miembros de «Belestepe», otro grupo de aficionados, fueron detenidos en agosto después de la Supercopa entre Besiktas y Konyaspor. Durante el partido, mostraron una pancarta en la que se leía «Nuriye y Semih deben vivir«, en apoyo a dos académicos en huelga de hambre por ser despedidos de los servicios estatales en medio del estado de excepción decretado por el gobierno.
La tensión política tuvo un momento álgido en la inauguración del nuevo estadio del Besiktas, en abril de 2016: mientras el presidente Recep Tayyip Erdogan y varios de sus ministros estaban en el recinto, los aficionados debieron esperar afuera. Por lo demás, el estadio cambió su nombre de «Vodafone Arena» a «Vodafone Park» después de que Erdogan prohibiera utilizar el término «Arena» en los escenarios deportivos del país debido al papel de las arenas en la Antigua Roma, donde la gente luchaba por sus vida y «era mutilada».
Y si las salidas de Gómez y Sosa fueron bajas sensibles, el equipo supo rearmarse y defender con éxito el título la temporada pasada. En el último mercado de pases, además, llegaron el portugués Pepe, el chileno Gary Medel y el español Álvaro Negredo, nombres de peso para un plantel que quiere ser competitivo a nivel europeo.
Una señal de que la situación política de Turquía no impide la llegada de estrellas, y hasta el regreso de otros, como del propio Sosa, que volvió al país para jugar con el Trabzonspor. Eso sí, la Champions la verá por televisión.
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