Joel SIERRA – Febrero de 2011. La Roma cae con estrépito ante el Shakhtar Donetsk en octavos de final de la Champions League. Un 2-3 en el Olímpico y un rotundo y sonoro 3-0 en Ucrania con la destitución de Ranieri y la llegada de Montella como vacuo interludio a una afinada actuación de los Willian, Luiz Adriano, Fernandinho, Mkhitaryan, Eduardo o Chygrynskiy finalizada por los chicos de Lucescu con una versión a coro de ‘Arrivederci Roma’ digna del mismísimo Mario Lanza en la película homónima. Nadie lo sabía entonces pero aquella inexorable despedida iba a ser un ‘hasta la próxima’ de cuatro campañas de duración.
El conjunto giallorosso vuelve ahora al más brillante escenario continental en una coyuntura totalmente distinta. Sólo el emperador Totti y el centurión De Rossi –además de los testimoniales Borriello y Lobont– se mantienen en una Roma asentada, con el mando decisivo de Rudi García, como uno de los proyectos más fiables de Italia y que tiene por objetivo asaltar el Scudetto y romper una hegemonía juventina que, todavía a día de hoy, se antoja incorruptible.
Sin embargo, excepto en la primera parte ante una timorata Fiorentina en el estreno liguero, la Roma parece no terminar de carburar ni haber arrancado la temporada a un ritmo alto de revoluciones como se pudo ver en Empoli. Radja Nainggolan, camino de instalarse como uno de los mejores mediocentros del panorama internacional, es un motor todoterreno pero el belga no puede seguir propulsando en solitario a un equipo que ha bajado, aunque sin perderlo, el ritmo de su dominio de los partidos.
Con dos todopoderosos como el Bayern y el Manchester City en su mismo grupo, la Roma está prácticamente obligada a comenzar ganando en casa ante un CSKA de Moscú más rodado si quiere tener recorrido en esta Champions League. El ciclo de ausencia se cierra, otra vez, con un rival de Europa del Este, como hace cuatro años. Los moscovitas han sumado a los Dzagoev o Musa dos jugadores de nivel como son Eremenko y Natcho. La Roma no debe confiarse ni un ápice. El vigente campeón de Rusia es el rival menos fuerte de los tres pero no necesariamente el que menos dificultades entraña. El grupo es temible elevado al cubo.
El pasado sábado, Rudi García retocó la defensa y dejó a su trío titular de atacantes en el banquillo. Ni Iturbe ni Totti jugaron un solo minuto y el recién renovado Gervinho apenas disputó diez en el Carlo Castellani empolese para, precisamente, ser fijos contra el CSKA. Su ausencia se notó en profundidad y agresividad, especialmente las del argentino y el costamarfileño, que ofrecen una versatilidad táctica y una frescura para contragolpear que puede ser una de las mejores armas romanistas en Champions.
Donde no se espera descanso, hasta la vuelta de Strootman, es en la medular. De Rossi, Pjanic y Nainggolan parecen no tener ningún recambio de garantías para partir como titular y únicamente Keita está contando con la confianza del técnico francés por lo que será el malí quien asuma la responsabilidad de sustituir al 16 giallorosso, que arrastra sanción por el alevoso codazo a Srna en aquel abochornante 3-0 en Donetsk de 2011.
Por su parte, con Castán lesionado de última hora, la defensa estará formada por Manolas -que está rayando a gran nivel- y Astori, con Cole favorito en la izquierda y con Maicon y Torosidis como la gran duda por un puesto en el lateral derecho, a priori, con cierta ventaja para el brasileño.
Circunstancias como ésta, la diversificación de esfuerzos físicos y mentales y el desgaste evidente que supone afrontar una competición de la máxima exigencia como es la Champions, acentuado por la imponente categoría de los adversarios que cohabitan con la Roma en la fase de grupos, son un hándicap nada desdeñable de cara a la competición liguera. Sin duda, la meta más abordable para los de la capital de Italia.
Nadie tira un torneo como la Champions porque nadie en su sano juicio desestima una oportunidad de oro para mostrarse y escalar fases en el más luminoso escenario para cualquier club pese a que la experiencia dicta que la Roma deberá andarse con pies de plomo y no perder de vista el horizonte en un intento de abarcar más de lo que puede tomar. “Si el equipo está mentalmente al máximo, podemos hacer grandes cosas también en Champions. El año pasado luchamos por estar aquí y ahora es tiempo de disfrutar”, ha dicho Rudi García.
Es verdad. No es tiempo para elucubraciones y mucho menos agoreras. Aunque los giallorossi terminaran aquella Serie A 2010/11 en sexta posición tras haber sido subcampeones la temporada anterior, esta Roma tiene un mucho mejor semblante y un proyecto que quiere seguir creciendo al más alto nivel para instalarse en la élite. Y este es su primer gran peldaño.
‘La Loba’ y sus amamantados regresan a la Champions y con ellos el insaciable genio Francesco Totti, dispuesto a llegar más lejos de lo que lo hizo durante la era Spalletti y a retomar las clases maestras por los campos del Viejo Continente. Vuelven las noches de fútbol bajo un cielo plagado de estrellas a la Ciudad Eterna. A una Roma dispuesta esta vez a prolongar al máximo un nuevo arrivederci. “La Roma se merece jugar partidos así todos los años”. Palabra de capitano.
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