Novak Djokovic se marchó el año pasado de Roland Garros con la copa, el «career Grand Slam» completo y entre miles de elogios. Este año deja el segundo grande sin trofeo, fulminado en cuartos y con un saco de dudas.
El serbio pasó de ser un tenista extraterrestre a uno terrenal. Entre mayo de 2014 y el mismo mes de 2016, sus mejores años en el circuito, sumó 59 victorias en los Grand Slam por sólo tres derrotas. Ganó seis grandes en ese lapso y los tres que no conquistó se le escaparon por poco: dos finales y una semifinal. En ese intervalo, además, jugó 16 Masters 1000 y ganó diez.
De ese Djokovic indestructible queda hoy poco. A sus 30 años sigue siendo uno de los mejores tenistas del mundo, pero los números hablan por sí solos: en los últimos cuatro grandes sólo superó en una ocasión los cuartos y desde hace 12 meses sólo incorporó dos copas a su palmarés, Canadá en agosto de 2016 y Doha en enero de este año.
«Es una situación nueva la que estoy teniendo, llevo siete u ocho meses sin ganar un gran torneo, pero no es algo que no le haya pasado a nadie. A todos los grandes les ha pasado«, asumió hoy Djokovic tras caer ante el austríaco Dominic Thiem en los cuartos de Roland Garros por 7-6 (7-5), 6-3 y 6-0.
«Es duro acabar Roland Garros así, yo también espero mucho de mí mismo«, agregó campeón de 12 Grand Slam, que, víctima de sus resultados perdió en noviembre del año pasado el número uno del mundo. Tras Roland Garros podría caer incluso al cuarto lugar del escalafón.
El serbio, que cumplió recientemente 30 años, decidió a principios de mayo romper con su equipo de toda la vida. El entrenador Marian Vajda, el fisioterapeuta Miljan Amanovic y el preparador físico Gebhard Phil Gritsch, con los que ganó todos sus título y con los que se mantuvo 223 semanas en el número uno, ya no están más en su día a día. Tampoco Boris Becker: el ex tenista alemán viajó con «Nole» entre 2013 y 2016, cuando decidió dejar de hacerlo. Después confesó que su pupilo había dejado de entrenar todo lo que debía en la segunda mitad de 2016.
«Tras ganar Roland Garros, tuve por primera vez la sensación después de ganar un gran torneo de sentirme de algún modo fuera del límite», confesó Djokovic en mayo en una entrevista con varios medios españoles.
Cerrada la etapa de Becker y después la de Vajda, Djokovic anunció que llegó a un acuerdo con el legendario Andre Agassi. El estadounidense lo acompañó en la primera semana de Roland Garros, pero ni el uno ni el otro dieron más detalles sobre si será una relación a largo plazo.
«Estoy intentando mejorar, intentado volver a un gran nivel. Sé que he alcanzado los mayores éxitos en este deporte y esos recuerdos y la experiencia son suficientes razones para creer en que puedo volver a hacerlo«, comentó hoy Djokovic en una abarrotada rueda de prensa en París. «Soy consciente de dónde estoy ahora mismo, pero también sé dónde puedo estar».
«Hay que aprender de las lecciones para volver más fuerte. Es un gran reto, pero lo voy a intentar«, agregó el balcánico. «Esto es un nuevo capítulo para mí. Ahora toca pensar y trabajar y ver a qué lugar me lleva esto».
Para Carlos Moyá, campeón en la arcilla francesa y actual entrenador de Rafael Nadal, es comprensible que Djokovic no mantuviera el nivel de excelencia que alcanzó antes de hacerse con el Roland Garros del año pasado.
«Estaba a un nivel que no he visto antes en un jugador», comentó el español durante el torneo. Pero el ex número uno avisó de que, tarde o temprano, el mejor «Nole» volverá: «Estos jugadores no se olvidan del tenis de la noche a la mañana. Esperamos la mejor versión de Novak. No sé si aquí, en Wimbledon o en cancha dura. No sé si podrá mantener esa constancia a lo largo del tiempo, pero le esperamos al mejor nivel».