Nadie iba a imaginar, aquel 14 de noviembre de 1990, lo que sucedería dos años después. Esa fue la fecha en la que se disputó el encuentro de la fase de clasificación para el Europeo de Suecia entre Dinamarca y Yugoslavia. Los balcánicos venían de disputar los cuartos de final del Mundial de Italia, al que Dinamarca no clasificó, puesto que quedó a un punto de ello. En Copenhague venció Yugoslavia, con goles de Mehmed Bazdarevic y Robert Jarni. En la vuelta, en mayo de 1991, fue Dinamarca quien se llevó el gato al agua. tras vencer en Belgrado por 1-2, con tantos de Darko Pancev para los locales y un doblete de Bent Christensen para los daneses.
Jugadores daneses celebrando un gol en la Eurocopa de 1992 (uefa.com)
En aquel grupo de la fase de clasificación, Yugoslavia acabó clasificándose como campeona de grupo por delante de Dinamarca, con solo un punto de diferencia. Tiempo después, por culpa de la Guerra de los Balcanes, los yugoslavos serían descalificados y no se les permitiría participar en el torneo, por lo que la selección de Dinamarca se volvió a reunir, deprisa y corriendo, tras estar de vacaciones. Möller-Nielsen, el seleccionador por aquel entonces, cuando recibió la noticia de que sería Dinamarca la participante en el torneo y no Yugoslavia, tuvo que llamar a todos los componentes del equipo danés, que estaban disfrutando de unas vacaciones, tras haber acabado la competición. De esta manera, los Schmeichel, Laudrup, Vilfort, etc. se reunirían de nuevo, para disputar un torneo que, en un principio, no tenían que haber jugado. El que se quedó sin torneo fue Michael Laudrup, que había ganado la Liga y la Copa de Europa con el FC Barcelona y rechazó la invitación para acudir al torneo. Tal vez, al ver el resultado final, se arrepintió y, a día de hoy, siga lamentando no haber acudido a aquella cita.
Junto a Suecia, la anfitriona, aquel torneo lo disputaron otras siete selecciones: Alemania (campeona del mundo dos años atrás), CEI (denominación posterior a la URSS), Francia, Escocia, Países Bajos, Inglaterra y la ya mencionada Dinamarca. La fase final la formaban dos grupos, las semifinales y la final. Dinamarca comenzó el torneo con un empate sin goles ante Inglaterra. Tomas Brolin le dio el triunfo a Suecia en el segundo partido, ante una selección de Möller-Nielsen que debían esperar al partido ante Francia para saber si seguían en el campeonato o no. Henrik Larsen puso por delante a los daneses muy temprano. Jean-Pierre Papin empató a la hora de partido y Lars Elstrup, que había salido desde el banquillo, puso el definitivo 1-2 que mantendría a Dinamarca en la lucha por el campeonato. La selección que pocos días antes del inicio del torneo estaba de vacaciones, eliminada y pensando en la temporada siguiente, se había colado en las semifinales. Antes de la tercera jornada el combinado nacional danés estaba cerrando el grupo, pero los empates en el grupo le habían dado vida y llegaba al último encuentro con opciones.
A partir de ahí, lo conseguido fue una gesta inolvidable. Su rival en las semifinales fue la selección neerlandesa, la que había ganado la Eurocopa anterior, con Ruud Gullit, Marco Van Basten, Frank Rijkaard y un joven Dennis Bergkamp. El partido comenzó muy bien para los daneses, ya que se adelantaron muy pronto en el marcador. A falta de cinco minutos ganaban por 1-2, con goles de Bergkamp y Larsen (doblete). Frank Rijkaard marcó el empate y forzó la prórroga. Se llegó a la tanda de penaltis y solo hubo un fallo, el de Marco Van Basten. Dinamarca estaba en la final.
Celebración del título de Dinamarca.
En esa final esperaba Alemania, que dos años atrás se había proclamado campeona del mundo en tierras italianas. John Jensen y Kim Vilfort marcaron y no dejaron opción alguna a los alemanes para conquistar el título. Aquella había sido toda una sorpresa. La selección que venía de la playa había conseguido derrotar a la campeona de Europa y a la campeona del mundo para hacerse con el primero y el único título internacional con el que cuenta hasta ahora. Y, de eso, hace ya un cuarto de siglo. Esa hazaña podría compararse a la del triunfo de Grecia en 2004, que se proclamó campeona sin entrar en las quinielas. Pero lo de Dinamarca tiene un sabor más especial. No habían conseguido clasificarse. Una guerra les dio la opción de participar días antes del inicio del torneo y, a partir de ahí, pasó todo lo que les hemos contado. Algo que, a día de hoy, será difícil que se vuelva a repetir.