Tercer sábado de mayo del año 2020. Día de partido en el Wanda Metropolitano. No es un día cualquiera, ya que el Atlético de Madrid cierra la temporada liguera en su estadio. Sergio Ramos Rubio, hijo del capitán madridista, se enfunda orgulloso su camiseta rojiblanca para ir a ver el encuentro, acompañado de su padre. Buscan su asiento en el palco del estadio para presenciar un partido en el que, tras noventa minutos de lucha y sufrimiento, los colchoneros acabarán sellando su clasificación matemática para la Champions League. El pequeño Sergio, tras animar de forma incesante al equipo durante todo el partido, se dispone a regresar feliz a casa.
Veinticuatro horas después, la sensación es totalmente opuesta, ya que durante la celebración de un nuevo título de Liga, tiene que salir de la mano de su progenitor al césped del Santiago Bernabéu con la camiseta del Real Madrid, un equipo que no le despierta ningún tipo de simpatía. Siempre es un placer acompañar a su padre, pero el pequeño Sergio no está a gusto en este papel y se lo hace saber a todo el mundo con su expresión. Lo que no sabe es que su papá, siempre atento, le llevará después a cenar a uno de sus restaurantes favoritos de Madrid, donde le tiene preparada una enorme sorpresa: va a encontrarse con su ídolo Saúl Níguez. Eso acaba despejando todo atisbo de tristeza en el pequeño Sergio, que vuelve a sonreír y a serenarse mientras da las gracias a su padre, que no duda en hacerles una foto para compartirla a través de sus redes sociales.
¿Se lo imaginan? Ha sucedido en Italia
Este pequeño ejercicio de fútbol ficción, que aplicado a un contexto ligado al fútbol español parece tan extraño como improbable por el revuelo que ciertas personas montarían a su alrededor, es lo que está sucediendo en el seno de la familia del futbolista Leonardo Bonucci, uno de los mejores defensores de la actualidad. Como muchos otros futbolistas, Bonnie utiliza las redes sociales para compartir con sus seguidores su día a día, ya sea a nivel profesional o familiar. Un hecho que ha llamado la atención referente a este último ámbito ha sido la aparición en diversas fotos de su hijo Lorenzo con la camiseta del otro equipo de la ciudad: el Torino FC.
Estas muestras de amor de Lorenzo Bonucci hacia el eterno rival de los bianconeri hicieron florecer todo tipo de comentarios y opiniones en las dos aficiones turinesas. Como era de esperar, las ha habido de incrédulas y escépticas. Incluso de ofensivas e irrespetuosas, preguntando al zaguero cómo es posible que su hijo haya escogido otros colores. Pero la gran mayoría han sido para aplaudir la normalidad con la que Bonucci lleva una situación que para otras personas sería un incómodo quebradero de cabeza. Más allá de minimizarlo, ha seguido compartiendo más momentos de ‘rivalidad’ con su hijo, dejando claro que no puede ni quiere hacer nada para cambiar sus gustos. Dejando claro que los colores no se imponen. Los colores se sienten.
Un suceso que, probablemente, no gustó tanto a algunos aficionados de Il Toro fue el hecho de ver a Lorenzo Bonucci con la camiseta bianconera durante la celebración del sexto Scudetto consecutivo de la Juventus. No sabemos si fue el padre el que le pidió que le acompañara así vestido o si desde la propia organización de la ceremonia se repartió camisetas a los hijos de los futbolistas, pero lo que está claro es que aquello no era lo que el pequeño Lorenzo quería. Su cara durante la ceremonia fue todo un poema, dejando para el recuerdo evidentes muestras de tristeza e incomodidad. Es un hecho que no acabo de entender cómo se acabó produciendo, ya que choca frontalmente con las actuaciones que Bonucci ha llevado a cabo desde hace un tiempo para respetar y apoyar el amor de su hijo por los colores del eterno rival. Lo que sí que parece probable, tras el mal rato que pasó Lorenzo, es que le dejen vestir de calle en las futuras celebraciones del equipo. Acompañando a su padre, como seguro que quiere hacer, pero sin tener que ponerse una camiseta con la que no se siente identificado.
El concepto de normalidad
Vivimos en un mundo en el que se convierte en noticia todo aquello que (creemos que) sale de lo común. Nos cuesta hacer el click, like and retweet/share a aquello que no nos proporciona ninguna novedad o sorpresa. En cambio, se hace viral aquello que de buenas a primeras, nos parece chocante o fuera de lo normal. Lo más curioso de muchos de estos casos singulares es que, tras analizarlos o detenernos a pensar, nos damos cuenta que dentro de toda excepcionalidad hallamos una alta proporción de normalidad.
Esta proporción alcanza límites mayores cuando se trata de niños, ya que tienen la magnífica capacidad de llevar a la normalidad más absoluta algunos hechos que a los adultos nos pueden parecer insólitos. Ellos no necesitan justificarse con nadie, ya que no hay mayor justificación que haber escogido algo con el corazón. Ellos no necesitan ser calculadores con sus acciones, porque (aunque no lo saben) necesitan poder equivocarse para adquirir experiencia vital. Tampoco se quedan dispuestos a no expresar algo por miedo a que no guste, ya que la mayor satisfacción que tienen es hacer saber al mundo aquello que les hace feliz. Por eso nos olvidamos del fútbol y sonreímos cuando, por ejemplo, vemos al hijo de Cristiano Ronaldo saludando con toda la ilusión del mundo a Leo Messi, mientras su padre le reconoce que el pequeño Cris es un admirador de su fútbol. Por eso nos puede parecer hasta divertido ver, en las redes sociales, las muestras de amor de Jose Mario Mourinho Jr. al club que tantos dolores de cabeza dio a su padre durante su etapa como entrenador madridista. Unas muestras de amor que, por cierto, hemos conocido años después de su paso por España, lo que da a entender que en algún sector de la comunidad futbolística de este país hay mucho trabajo que hacer en relación al concepto de normalidad.
Gracias por el ejemplo, Leonardo
En un primer momento, puede impactar ver como un emblema de la Juventus tiene un hijo que es aficionado del eterno rival, pero… ¿No es algo normal que un niño elija con el corazón los colores que quiere vestir? Puede parecer extraño que Bonucci no le intente convencer o presionar para que cambie de opinión, pero… ¿No es lo más normal del mundo que un padre no acepte todo aquello a lo que su hijo tiene cariño? Puede ser llamativo ver a Bonucci asistir con asiduidad al palco del Olímpico Grande Torino y disfrutar de un partido de Il Toro, pero… ¿No es algo que ayuda a relativizar todo lo que sucede alrededor del fútbol, fomenta el fair play entre clubes y desdramatiza la (a veces) enfermiza pasión por este deporte?
Lo mejor que puede hacer un padre es estar al lado de su hijo, apoyarle, hacerle saber que lo que él ha escogido también es una opción válida, animarle a no tener miedo a expresar lo que siente… Es el tipo de trabajo que me imagino que está llevando a cabo Bonucci en su día a día, y no puedo sentir hacia él nada más que una profunda y absoluta admiración.
«Jugar al fútbol es muy simple, pero jugar un fútbol simple es la cosa más difícil que existe». #GràciesJohan
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