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Osasuna

El chupinazo de Sergio León

Pamplona es tierra de fútbol; Pamplona es de Primera. Siempre. Aunque los números se empeñen en sacudir el deseo de un romántico reconocido. Costó tanto a Osasuna regresar al lugar de donde nunca debió marcharse que, ahora, resiste como bien puede las constantes embestidas que ha recibido desde su sufrida vuelta a la élite. Cierto es que parece evidente que le ha pillado a pie cambiado y que la planificación de la temporada fue deficiente. La situación a día de hoy es más que crítica, prácticamente irreversible, y en caso de consumar una hipotética salvación solo podría considerarse como un milagro anticipado de San Fermín. O de Sergio León, si recelan de los poderes divinos. El delantero andaluz se ha convertido en una de las grandes revelaciones nacionales del campeonato. Es, sin lugar a dudas, la gran esperanza del conjunto ‘rojillo’. Un candidato de lujo a engrosar las filas de la selección española en un futuro cercano. Tiempo al tiempo.

Sergio León nació en Palma del Río (Córdoba), y en plena adolescencia recaló en la categorías inferiores del Betis. Allí creció como futbolista y como persona. Tras varias experiencias en diferentes equipos, se hizo mayor la pasada temporada en el Elche, donde se consagró como un jugador diferencial a tener en cuenta. Fue ‘Pichichi’ de Segunda División al lograr la notable cifra de 22 goles, por delante de Florin Andone. La categoría de plata se le quedó corta y su salto a Primera División era una simple cuestión de tiempo. Varios equipos se interesaron por él, pero fue Osasuna quien finalmente se hizo con sus servicios. Sergio León se adaptó enseguida a Osasuna y a Primera, y, desde el primer momento, los focos se centraron en sus innatas habilidades. Rápidamente se echó el equipo a sus espaldas y demostró una madurez inusitada en un jugador que nunca había pisado la élite. Los hechos han demostrado que su presencia en la delantera rojilla aumentan considerablemente las mínimas posibilidades de permanencia de Osasuna. Todos en Pamplona son conscientes.

Sergio León es un delantero voraz. En cada partido demuestra que tiene el hambre de un principiante y la eficacia de un maestro. Es un depredador de redes y defensas rivales. Un jugador que recuerda en sus movimientos al mejor Sergio García (campeón de la Eurocopa de 2008 con España). Rápido, habilidoso y letal. Pero también solidario y generoso. Es habitual verle desfondarse en la presión al equipo rival en la salida de balón. Osasuna depende de él. De sus goles. O al menos en gran proporción. Pretendientes le sobrarán cuando concluya el campeonato, pero entre ceja y ceja solo tiene un objetivo: salvar al equipo que le ha dado la oportunidad de jugar en Primera División. Contra el Leganés marcó uno de los goles del año, después de ejecutar una espectacular volea con su pierna izquierda, que sumó al amplio abanico de recursos que nos ha regalado este curso. En Pamplona creen en la machada. Y Sergio León es su gran esperanza. Motivos tienen. ¿Se lo imaginan? Menudo chupinazo…

 

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