Mucho tiempo preguntándonos cuando llegaría este momento. Desde que se hizo profesional, siguiéndole torneo tras torneo. Creyendo que cada grande sería el suyo. Tratando de ser partícipes de sus alegrías y sinsabores pero siempre con la esperanza de que en el próximo saldría victorioso. Hoy, por fin, se puede afirmar que con el Augusta National Golf Club como escenario y con la chaqueta verde como galardón, Sergio García es campeón de un major.
Tras 18 años de espera, un jugador nacido en España vuelve a levantar un grande. Hasta la fecha, sólo Severiano Ballesteros y José María Olázabal podían presumir de ello. Sergio se ha unido a la lista de sus dos grandes ídolos en el mundo golfístico. Para colmo, en un torneo que admitió que no se ajustaba a él y en un recorrido en el que le costaba armarse de paciencia para desplegar el juego que atesora. Minutos después reconocía, ya con la chaqueta puesta, que sintió la calma que nunca había sentido en un grande.
El camino hacia el triunfo no fue fácil. En el hoyo 13 pintaban bastos. Justin Rose, con dos golpes de ventaja sobre García, se encontraba ante una ocasión de eagle mientras que el de Borriol apenas podía luchar por salvar el par tras una salida que le obligó a dropar. De forma sorprendente, ambos lograron el mismo resultado en el citado par 5.
El meritorio par conseguido fue lo que llevó a Sergio a creer realmente en la victoria. Con un tirazo en el 14 logró acercarse al objetivo a través de un birdie. Probablemente el hoyo 15 fuera el que consiguió hacernos creer realmente que era posible. El golfista español logró un majestuoso eagle para igualar una contienda que dos hoyos antes parecía impensable de igualar.
El hoyo 18 sería, a priori, el que marcase el triunfo. Ambos tuvieron oportunidades claras de birdie. El golfista español pateó para la victoria pero no embocó su putt. Eso provocó irnos al desempate. Admito que no podía dejar de pensar en el Open Británico de 2007 que el español dejó escapar en el desempate ante Harrington, tras tener también un putt para salir vencedor. No quería imaginarme que ocurriera algo similar.
Afortunadamente, una década más tarde, el destino quiso cobrarse su revancha y premiar la persistencia de estos años. Sergio ganó el primer hoyo de la muerte súbita ante un espléndido Justin Rose y, por ende, el prestigioso trofeo que le reconoce como campeón del Masters de Augusta 2017.
Justin Rose felicita a Sergio García tras ganar el Masters (Rob Carr/Getty Images)
Muchos ya tenían ganas de enterrarle con la aparición del también español Jon Rahm. Proezas como la conseguida demuestran que aún le queda golf para rato. Como dije hace unos días, la aparición de Rahm es positiva para los dos. Ha sido inédito que todos los focos de los seguidores españoles no fueran dirigidos a él en los días previos y eso seguro que también le ha venido bien.
Ayer Severiano Ballesteros hubiera cumplido 60 años y qué mejor manera de honrarle que mediante este título. Seguro que él estuvo alentando desde donde quiera que esté. El legado que dejó el mejor jugador de la historia español merecía un relevo y Sergio García es un sucesor más que digno.
Sergio tiene ante sí un último reto. El bonito desafío de encontrar un hueco en su armario para el premio. La chaqueta verde conquistada ocupará un puesto más que privilegiado. No tengo dudas en afirmar que después de lograr su primer major, Sergio no dejará aquí su palmarés. Le queda mucho por ganar y a sus seguidores muchos torneos conquistados que festejar.
Felicidad máxima por Sergio. La espera mereció la pena. Tras 74 grandes disputados, 19 participaciones en el Masters y 23 top 10´s, ya puede presumir de ser poseedor de un grande. El maestro García se viste de verde.
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Foto cabecera: Getty / AFP / Andrew Redington