Joel SIERRA – La historia de Argentina oscila entre el éxtasis y la agonía, como cantaba Bersuit. Los argentinos son capaces, con la misma facilidad, de lo mejor y de lo peor. La albiceleste, por extensión, también. Argentina dominó la mayor parte del choque, exhibiendo una cohesión y una fortaleza tenaces y brillantes pero terminó padeciendo angustia. En este Mundial, no hay recompensa sin dolor.
Al toque. Así saltó Bélgica al césped. Con la intención de mover la pelota, de poseerla incluso. Fue un mero espasmo. En el primer balón que recogió Messi con espacios en la medular, llegó el primer susto. Un aviso dócil y prematuro pero suficiente para que Argentina se asentase y los de Wilmots diesen un paso atrás, potenciando más la contención y menos la distribución.
Y pronto, muy pronto, el conjunto de Sabella obtuvo premio a una movilidad desordenada pero permanente. Un envío de Di María hacia la subida de Zabaleta fue desviado por el pie de Vertonghen y llego en condiciones óptimas hasta la frontal del área donde Higuaín, con el instinto renovado y sin pensárselo dos veces, conectó un remate certero que se convirtió en el 1-0 en el minuto 8. Por fin el dinamismo y el esfuerzo hasta ahora opacos del ‘Pipita’ se traducían en el idioma del gol.
El Mané Garrincha comenzó a teñir sus cánticos de acento argentino por encima de los silbidos brasileños y belgas. Pese a ello, Bélgica se fue rehaciendo del golpe y de su propio inicio contradictorio a duras penas, aunque únicamente De Bruyne lograba crear cierta sensación de peligro con sendos disparos lejanos y con su constante fluctuación por todo el frente ofensivo belga.
Argentina, sin conceder espacios, plantada cual tótem y perfectamente equilibrada; nunca parecía descolocarse y los ‘Diables Rouges’ no localizaban la forma de penetrar entre líneas. Los belgas, imprecisos, echaban en falta mayor mordiente y agresividad y se instalaban en una voluntad pusilánime e inocua que, sin embargo, le sirvió para generar su mejor ocasión en un remate de cabeza de Mirallas tras un centro preciso al corazón del área de Vertonghen, el mejor de los suyos durante todo el partido, justo antes de la conclusión de la primera mitad.
Mientras Argentina perdía por lesión muscular a Di María y encontraba en Biglia y Lavezzi el sacrificio siempre indispensable, Bélgica seguía sin hallar vías de actuación. Por abajo, atasco y cero fluidez. Por arriba, incidencia escasa y nula efectividad. El plan inicial de Wilmots, reservando la explosividad de los dinamiteros Mertens y Lukaku para la segunda mitad, era inteligente pero quebraba por completo con la solidez adversaria y su ventaja en el marcador.
Tras el descanso, Bélgica encontró una segunda alternativa a través del juego directo. Ya con Mertens y Lukaku sobre el rectángulo de juego, Wilmots apostó por adelantar a Fellaini y tratar de excavar en la resistencia sudamericana con un fútbol más frontal y rudo. Antes de empezar a poner en apuros a Argentina con mayor asiduidad, el inmenso Higuaín tuvo el 2-0 tras una galopada digna del mejor Messi -con caño a Kompany incluido- que sólo el larguero evitó que se convirtiera en gol.
Bélgica había cambiado el discurso. Una variación de rumbo indefectible que debía conducir hacia algo más que al vacío y a la sucesión de ataques planos e infructuosos. El espigado jugador del Manchester United tuvo la mejor ocasión en el 61’ tras un nuevo envío preciso de Vertonghen.
La selección europea crecía tras los cambios, causaba problemas por primera vez pero seguía sin proyectar ampliamente sus acometidas ante una Argentina cada vez más apagada y centrada en manejar la coyuntura y el resultado. Ya a la desesperada, Lukaku y Witsel tuvieron la última con el tiempo cumplido justo después de que Messi perdonase la sentencia mano a mano ante Courtois y extiendo por octavo partido consecutivo su maldición ante el guardameta belga.
Bélgica pecó de escasez de recursos, de cierto agarrotamiento pero acabó haciendo sufrir a la albiceleste hasta el pitido final. Los de Wilmots merecen el aplauso unánime. Por su parte, Argentina vuelve a unas semifinales 24 años después. El equipo de Sabella empieza a recolectar mayor número de elogios y a acumular argumentos para aspirar a una gloria cada vez más alcanzable. He aquí su candidatura. Confirmada y compulsada. La agonía parece dejar de oscilar y quiere ahora evaporarse. El aroma extático del paraíso se empieza a percibir. Tan cercano ya, tan lejano aún.
FICHA TÉCNICA
.:: Estadio: Mané Garrincha (Brasilia), 68.551 espectadores
.:: Árbitro: Nicola RIZZOLI (ITA)
.:: ARGENTINA
Romero (6); Zabaleta (6), Demichelis (6), Garay (6), Basanta (6); Mascherano (7), Biglia (6); Di María (6), Messi (6), Lavezzi (7); Higuaín (8).
Suplentes: Enzo Pérez (6), Palacio (5), Gago (5).
.:: BÉLGICA
Courtois (6); Alderweireld (4), van Buyten (5), Kompany (7), Vertonghen (8); Witsel (6), Fellaini (4); Mirallas (6), De Bruyne (7), Hazard (5); Origi (3).
Suplentes: Lukaku (5), Mertens (6), Chadli (4).
MVP según FIFA (jugador @Sportium): HIGUAÍN
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