La fiesta se desató en el Ámsterdam Arena con la victoria 2-1 del Ajax sobre el Feyenoord en la Eredivisie. La celebración no fue sólo por los tres puntos que recorta la diferencia entre ambos en la tabla de posiciones, sino también por lo que significa ganarle a su archirrival. Y es que cada vez que estos dos contendores se encuentran en un partido de fútbol, saltan chispas en los Países Bajos. El partido del año es sin duda entre estos dos equipos y ganarlo vale casi un título.
La rivalidad tiene un origen cultural y social. El Ajax es el equipo de la capital y, sobre todo, de la élite económica. Por su parte, el Feyenoord de Rotterdam se vincula a la clase trabajadora, ya que la ciudad ostenta uno de los puertos más importantes del mundo, el cual brinda numerosos beneficios económicos al país. El poeta Jules Deedler, aficionado del Feyenoord, deja en claro la óptica que existe en la nación con respecto a esto: “El dinero del país se gana en Rotterdam, lo dividen en La Haya y se marcha por el inodoro de Ámsterdam”. El equipo es conocido como “De club van het volk” (El club del pueblo), y presenta con orgullo su propia reconstrucción tras la II Guerra Mundial, época en el que el casco histórico de Rotterdam fue destruido. Tras finalizar el conflicto, la ciudad resurgió de las cenizas rompiendo con su pasado y dándole paso a la modernidad.
La rivalidad intrínseca entre ambas ciudades provocó que el primer encuentro disputado entre los dos, en 1921, se saldara con un empate desde la Federación. Si bien el equipo “ajacied” ganó el partido 2-3 en la cancha, numerosas polémicas y la tensión en el ambiente hizo que las autoridades intervinieran y decretaran la paridad en el escritorio. Era sólo el principio.
La década del 70 y el poderío holandés
El fútbol holandés mostró un crecimiento auspicioso en la década de los 70 y Feyenoord fue el primero en capitalizarlo. El austríaco Ernst Happel conformó un equipo tan maravilloso como mítico en el que destacaban la sobriedad defensiva de Rinus Israel, el carisma y desparpajo del genial Coulin Moulijn, el equilibrio de Willem Van Hanegem y el olfato goleador de Ruud Geels y del sueco Ove Kindvall, quien anotó el gol definitivo contra Celtic en la final, para que los de Rotterdam salieran campeones de la Copa de Europa en 1970 y le enseñaran al mundo que en Holanda se jugaba fútbol de primer nivel. Meses más tarde, los tulipanes demostraron que no había sido casualidad, obteniendo la Copa Intercontinental contra Estudiantes de La Plata.
Posteriormente le llegó el turno al Ajax de Ámsterdam de Rinus Michels y Stefan Kovacs. Los de la capital holandesa revolucionaron el fútbol mundial con su moderna formación y con sus tácticas innovadoras. Incorporaron la rotación de jugadores en el césped para provocar espacios en las defensas rivales e hicieron de la presión en la cancha una constante exitosa que les propiciaba numerosos balones en el transcurrir de los partidos. Los resultados estuvieron a la vista. Ganaron tres Copas de Europa de manera consecutiva y formaron la base de la selección que quedó subcampeona del mundo en 1974. Capitaneados por el extraordinario Johan Cruyff, y con jugadores como Arie Haan, Ruud Krool, y Johan Neeskens, Ajax fue el protagonista de la madurez del fútbol de los Países Bajos.
Los anaranjados habían despuntado en Europa, y las dos oncenas que habían maravillado en el país habían mostrado su nivel a nivel mundial. La rivalidad creció y si bien los capitalinos se jactaban de ser los grandes dominadores de la década, los de Rotterdam dejaban en claro que habían sido los primeros en colocar a Holanda en el mapa del fútbol mundial.
De Cruyff, Beverwijk y la Era Moderna
En 1983 Johan Cruyff, el mejor jugador holandés en la historia, tuvo conflictos con la dirigencia del Ajax y decidió vengarse de la manera más insospechada: fichando por el Feyenoord, su archirrival. Si bien la decisión fue arriesgada, el legendario “14” tuvo una temporada de ensueño antes de colgar los botines. Hizo 11 goles y colaboró para que el equipo saliera campeón en dicha temporada. Este episodio fue otro de los más polémicos de la rivalidad y dio pie para que otros jugadores se enfundaran ambas camisetas. Fue así como el conocido atacante Johnny Rep, el legendario defensor Ronald Koeman y en épocas más recientes Angelo Charisteas y Kenneth Vermeer tomaran la decisión de jugar en las dos aceras opuestas.
En los 90 la rivalidad tuvo otros puntos álgidos. Ajax volvió a dominar Europa en 1995 de la mano de Louis Van Gaal con un equipo en el que destacaron los Litmanen, Overmars, Seedorf, Davids y compañía, y el Feyenoord quedó en el ostracismo. Sin embargo los partidos entre ambos seguían levantando “morbo” y estrechando cruces entre las fanaticadas. Fue así como en 1997 ocurrió la tragedia de Beverwijk, una batalla entre aficionados que terminó con la vida de Carlo Picornie a manos de la F-Side, los populares radicales del equipo de Rotterdam. El entonces Presidente del Feyenoord, Jorien van den Herik, señaló que fue un “día negro para el fútbol holandés” y el Ultra Leonardo Panton fue declarado culpable y encerrado en la cárcel por cinco años. Los sucesos obligaron a que se tomaran varias medidas de seguridad. Entre ellas se prohibió que aficionados radicales viajaran a otros Estadios por cinco años
La rivalidad sigue estando presente, y luego que en 2009 existiera otra ola de violencia entre ambas aficiones, las medidas se volvieron a establecer. Pero no por ello todo ha disminuido en lo deportivo. De la mano de Bert Van Marwijk, los de Rotterdam armaron otro equipo competitivo en el que destacaban los John Dahl Tomasson, Robie Van Persie y Pierre Van Hooijdonk, y ganaron la final de la última edición de la Copa UEFA, actual Europa League, con una exhibición en la final ante Borussia Dortmund que terminó en un triunfo 3-1 espléndido. Feyenoord, que había sido el primer equipo del país en levantar un título europeo, también fue el último en hacerlo en aquel ya lejano 2002.
En octubre de 1978 se registró el único partido sin goles entre ambas oncenas, y es que cada vez que se encuentran, se refleja en el gramado la característica vocación ofensiva del fútbol holandés, con dos esquemas 4-3-3 bien implementados e innumerables ocasiones de gol. Ni siquiera la irrupción del PSV Eindhoven en los últimos 20 años ha logrado hacer que el partido entre los de Ámsterdam y Rotterdam pase a un segundo plano. La revista World Soccer situó al De Klassieker, como la quinta rivalidad del fútbol mundial, y es que pese a que el fútbol tulipán no pasa por sus mejores momentos, sigue siendo el partido por excelencia de Holanda, pase lo que pase.
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