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El calvario de Tomsk

 

A 3.626 km de Moscú, en plena Siberia, se encuentra Tomsk, una ciudad de más de 400 años y poco más de medio millón de habitantes. En una zona donde la temperatura media anual es de -10,6 ºC, y el récord conocido se alcanzó en 1969 con -55 grados, no es, en un principio, un lugar donde pararse a ver lo que hay. Es decir, ¿qué se nos pierde en Siberia?

Hace sesenta años nacía en esa localidad un pequeño club que recibiría el nombre de Burevestnik, y no tardó mucho en convertirse en uno de los equipos dominantes de Siberia y el Lejano Oriente. Un año más tarde adoptaría el nombre de Tomich, y en la temporada 1959/60 lo modificaría a una versión más parecida a la nomenclatura actual: Sibelektromotor Tomsk, adoptando ya el nombre de la ciudad.

No fue hasta 2005, y tras varios intentos en los años noventa e inicios del nuevo siglo, cuando el Tomsk ascendió por primera vez en su historia a la Primera División rusa. El Tom Tomsk no es un grande, ni mucho menos, y es que su situación geográfica es nefasta para jugar al fútbol. No solo por el frío, sino porque está más cerca de los campeonatos asiáticos que de los rusos, lo que les obliga a tener unos gastos muy amplios para poder desplazarse en la inmensa extensión rusa.

Hoy día, el Tom Tomsk para por el que probablemente sea su momento más difícil en cuanto a solvencia económica se refiere, pues el club está al borde de la bancarrota, y se ha visto obligado a vender a gran parte de los jugadores que al comienzo de la temporada componían la plantilla (eran 18, ya que no podían permitirse pagar más fichas). En enero la situación se agravó, y ante los impagos y la sombra de la guillotina asomándose al Estadio Trud, muchos jugadores abandonaron la disciplina belo-zenlyonye.

Jugadores como Kirill Kombarov, Dyakov, Ognjen Vranjes, Eric Bicfalvi o Sergey Samodin, que, dentro del bajo nivel de la plantilla, conseguían tirar del carro, abandonaron en busca de una garantía salarial el barco en verano. Solamente seis jugadores de la primera plantilla, más dos cedidos que cobran a través de sus respectivos clubes permanecieron en el Tom Tomsk tras el mercado invernal.

En cualquier equipo esto sería una catástrofe, pero tiene solución: acudir al mercado libre. No obstante, el Tom Tomsk no puede ni acudir a ese mercado. La federación de fútbol ruso le prohibió al Tomsk inscribir jugadores, por lo que han tenido que completar la plantilla con el equipo filial. En otras palabras, de los actuales 20 jugadores que conforman el nuevo equipo, once son novatos recién subidos, Artem Popov llegó cedido por el Zenit, y ocho jugadores tienen ficha del primer equipo. Una hecatombe con difícil solución. Al mando del barco está Valeri Petrakov, de 58 años de edad y el hombre que gestó el ascenso en la pasada campaña. Los directivos, conocedores de la difícil solución, confían en el técnico aun a sabiendas de que la salvación es algo prácticamente imposible.

Un ejemplo que nos toca muy de cerca a la hora de verse afectado por esta situación es el de Albert Riera. El mediapunta español, que vive con su mujer en Tomsk, entrena con el equipo de la ciudad desde enero, pero no ha podido ser inscrito pese a que llegaba a coste cero. Así, muchos. Y ahora, con nueve puntos y a falta de once jornadas, tienen un pie y tres cuartos en segunda, lo que podría suponer la desaparición del club, al igual que les sucedió a otros equipos históricos como al FC Moscú.

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Tras el parón invernal, había ciertas dudas acerca de cómo responderían los jóvenes jugadores de Tomsk. Y después de solamente dos encuentros, vemos que la situación es muy grave. Primero se enfrentaron al Rostov, y después al CSKA. Cierto es que son dos rivales duros, pero el primero, un equipo distinguido por el rigor defensivo, les anotó seis goles. Frente al CSKA la derrota también fue abultada (4-0). El equipo ha formado en 4-4-2 e intenta defenderse como puede, pero no ha dado en ningún momento señales de ser un equipo sólido capaz de competir, y es que la oportunidad para estos jóvenes ha llegado demasiado pronto, muchos de ellos no tendrían minutos en la segunda división rusa, y la primera es muy dura. La diferencia de nivel en Rusia es muy alta entre las diversas categorías -al igual que en todos los campeonatos, aunque aquí probablemente más-.

¿Cómo salvar la temporada?

Tarea ardua y complicada, prácticamente imposible. Si lo logran, podríamos hablar de una de las grandes hazañas en la historia del fútbol, aunque lo normal es que intenten hacer cuadrar las cuentas, buscar inversores que financien el club y así evitar una posible desaparición cuando desciendan. Igualmente, aquí dejo algunas claves para lograr sumar y quién sabe si revertir la situación, logrando al menos entrar en los playoff de ascenso-descenso.

1.- Solidez defensiva: Clave para salvarse, encajar una decena de goles en dos partidos es inviable cuando tienes tan pocos recursos futbolísticos. Todo pasa por trabajar la línea defensiva, en el partido frente al Rostov se vieron pequeños detalles en el 4-4-2, pero aún falta mucho por pulir, y el tiempo se agota.

2.- Condición física: Es incluso más importante que la condición técnica, ya que los jugadores jóvenes no tienen el desarrollo y nivel físico que sí tienen los futbolistas profesionales. Aguantar los 90 minutos al ritmo del rival será fundamental.

3.- Hacer del Trud un fortín: Viajar a Siberia es duro, y ahí tienen que tener su ventaja táctica, en casa no pueden volver a perder partidos, mínimo empatar.

4.- Ganar enfrentamientos directos: Los duelos por el descenso no pueden ser perdidos, ya que son los únicos partidos donde podrán realmente rascar algo. Frente a los grandes clubes se hará imposible.

Veremos lo que sucede con el Tom Tomsk, que lo tendrá muy difícil para salvarse. La probabilidad de ahogamiento está en un 99,99%. Los jóvenes chicos del Tomsk tendrán que agarrarse a ese 00.01% para lograr una de las mayores gestas del fútbol. Aunque, sinceramente, es difícil volver a ver puntuar al Tom Tomsk.

Fútbol ruso preferentemente. Nos leemos por @SilveiraAbarca

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