Víctor Sánchez del Amo está consiguiendo hacerse con un hueco importante dentro de las grandes figuras actuales del beticismo; lleva ya muchas semanas demostrando que el conjunto verdiblanco ha adquirido, gracias a él, una identidad táctica que le diferencia del resto, y le hace tener las cosas muy claras. No cabe duda de que cualquier equipo de fútbol mejora tremendamente en cuanto todos sus integrantes saben a qué jugar, y el técnico lo ha conseguido.
Personalmente, creo que no solo ha sido clave la implantación férrea de un sistema muy bien estudiado y trabajado, sino que ha habido otro factor determinante en la mejora de este Betis: el nivel de Dani Ceballos. Víctor llegó al equipo en una situación muy complicada y consiguió revertirla, demostrando una capacidad brillante para gestionar un grupo humano tocado.
Con una inteligencia tremenda, el míster supo priorizar tareas en su llegada al conjunto andaluz. Antes de nada, puso de su parte a una afición muy enfadada con su predecesor, transformando toda esa ira en intensidad y ganas de pelear. Lo siguiente fue unir a una plantilla que parecía haber perdido el rumbo, y lo hizo gracias a la metáfora de la manada de lobos. Sin ninguna duda, este paralelismo no fue casual, ya que eligió un animal cuyo comportamiento en comunidad destaca por la lealtad y la obediencia al ‘macho alfa’, rango del que se autoproclamó poseedor. Y una vez marcada la pauta a seguir –compañerismo en la lucha y confianza ciega en el líder- era necesario establecer una conexión entre la manada y él, alguien con madera de jefe que supiera procesar y trasladar sus órdenes para guiar al resto: lo que en la jerarquía de estos animales se denomina ‘macho beta’.
La tarea recayó sobre un jugador en el que la parroquia verdiblanca había depositado muchas esperanzas, pero que no entraba en los planes del entonces entrenador, Gustavo Poyet. No es otro que Dani Ceballos. En su llegada, Víctor se encontró con un lobo herido, que había sido titular tan solo una vez en once encuentros de Liga, falto de ritmo y con la confianza en sí mismo algo mermada. Lejos de continuar con el expolio a uno de los mayores talentos de la plantilla bética, le dio el papel de centrocampista indiscutible en su alineación desde el primer partido que dirigió. Le elevó a la categoría de ‘macho beta’.
Desde ese momento, el líder en batalla comenzó a dar la razón a su jefe a base de actuaciones brillantes. Las instrucciones procedentes del banquillo tenían su brazo ejecutor en un número diez que se movía por el césped como pez en el agua, jugando y haciendo jugar a sus compañeros, llevando la armonía a una manada que empezaba a aullar al mismo son. Dani Ceballos se convirtió, con Víctor, en el eje del Betis.
Desde un punto de vista táctico, la función del utrerano no es otra que mantener unido al equipo, es la columna vertebral cuando los suyos tienen el balón. En un 5-3-2 como el que ha establecido su técnico, la figura de Dani toma una importancia capital para ser la batuta en los ataques de un conjunto muy ofensivo. Una de las claves del nuevo Betis pasa por la profundidad de sus carrileros –normalmente Durmisi y Piccini-, que aprovechan la ausencia de atacantes de banda (sobre todo con la ausencia de Joaquín) para desplegar su velocidad y llegar a línea de fondo. Sin un distribuidor de juego con la visión de Ceballos, muchas de sus internadas quedarían, simplemente, en un hueco a la espalda por el que el equipo contrario podría hacer daño. En cambio, su capacidad para aparecer en el apoyo y ayudar a que el balón vaya siempre hacia la mejor opción de pase es definitiva a la hora de evitar contraataques.
Al atacar con muchos hombres, las alternativas para conseguir el gol crecen, pero también se incrementa el peligro de perder la posesión y encontrarte sin efectivos suficientes para detener la ofensiva rival. Con un centrocampista que organice el movimiento del esférico con criterio, estas desventajas disminuyen enormemente, y en el empate ante el FC Barcelona vimos una muestra muy clara de ello. Se podrían poner muchos ejemplos, porque casi todas sus apariciones han sido muy positivas, pero un partido ante un rival de esa talla tiene un mérito bastante superior; hizo muchas cosas y casi todas bien, por lo que creo que hay que fijarse especialmente en aquel choque del pasado 29 de enero.
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Con más de un 78% de efectividad en el pase, el diez hizo de descongestionador cuando los suyos se veían atrapados. Además, un porcentaje alto de esos envíos tuvo como dirección las bandas –una de las claves antes mencionada. Para evitar sustos, Ceballos no tuvo ningún problema en disparar desde posiciones lejanas hasta en tres ocasiones, consiguiendo terminar jugada y poniendo en apuros a Ter Stegen.
Si a esto le sumamos diez recuperaciones de balón en ese mismo partido, nos queda un dibujo perfecto de qué es Dani Ceballos para este nuevo Betis de Víctor Sánchez del Amo. Organiza, distribuye y ayuda en contención; es el cerebro que (casi) siempre decide bien; el lobo de confianza del ‘macho alfa’; el guía de la manada en plena batalla. Es el ‘macho beta’ del Betis.
@DiegoDelGom | Periodista. Apasionado de eso que hay más allá de Real Madrid y FC Barcelona: el fútbol. Especialista en La Liga | Music lover.
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