Habían pasado 84 minutos. El héroe de la desapacible tarde en Verona, que responde al nombre de Ali Adnan Kadhim Al-Tameemi, arribó al Friuli hace dos veranos. Aunque llegaba de Rize, una ciudad costera asomada al Mar Negro en el noreste de Turquía, había nacido, Tigris abajo, en Bagdad en 1993.
Ya en su tierra había comenzado a dar muestras de su heroicidad, liderando, pese a su juventud, al grupo de valientes iraquíes que alcanzó una inesperada semifinal continental -cayeron solo ante los surcoreanos-. Poco después se trasladó a Italia.
Apenas llevaba diez minutos sobre el verde. Había salido de refresco para tomar el lugar de su esforzado compañero Fofana y cubrir el flanco izquierdo. Entonces, llegó su momento, que debió quedar grabado de manera indeleble en la memoria de todos aquellos, no muchos afortunados, que presenciaron, en vivo o a través de sus pantallas, tan intrépida acción.
Era un movimiento de estrategia, posiblemente ya ensayado. El esférico cayó colgado desde la banda contraria, la diestra. Parecía ya perdido, volando inexorablemente hacia fuera de los límites marcados al fondo. Apareció en el momento adecuado su impetuoso capitán, el brasileño Danilo, que con la cabeza devolvió el balón hacia atrás. Ali Adnan, realizó un poco ortodoxo y nada estético escorzo hacia abajo, agachándose, para rematar con la testa la pelota hacia arriba, bombeada.
El héroe, a la derecha | Dino Panato/Getty Images
El balón se salió del plano. Tardó medio interminable segundo en volver a aparecer, cayendo con decisión hacia la meta. Solo los dedos de Stefano Sorrentino, cancerbero clivense curtido en mil batallas, evitaron que tan extraordinaria acción concluyera con el éxito deseado. Y aun así, en su fracaso, quedó para la posteridad.
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Este cabezazo de Ali Adnan fue el único tiro a portería del encuentro entre el Chievo Verona y la Udinese. Hubo otros 17 disparos entre ambos equipos, indignos de llamarse así puesto que ninguno se acercó a más de cuatro metros de su objetivo. Con la permanencia prácticamente asegurada y sin capacidad para aspirar a mayores ambiciones, ambos equipos se han encontrado sin estímulo cuando apenas ha comenzado el año. La consecuencia, a la vista queda.
Karnezis, portero friulano, fue, literalmente, un espectador que de vez en cuando sacó de portería. Sorrentino tuvo el honor de salvar el único intento real de anotar. Ali Adnan fue el único jugador que, entre 26 futbolistas y en más de hora y media, fue capaz de lanzar un balón entre tres palos. Una proeza.