Fuiste y siempre serás el mejor entre los mejores para todos aquellos que te vimos crecer montado en un monoplaza. Demostraste que un niño de apenas dieciocho años podía cumplir su sueño y convertirse en campeón del mundo, por delante del mismísimo Michael Schumacher.
La gente se volcó contigo, con tu ilusión y tus ganas de ser lo que a día de hoy ya eres, el mejor. Y eso lo has conseguido sin tener los mejores coches, sin que te dejasen ganar. Fuiste por detrás de muchos que quizás no se lo merecían tanto en aquella época, pero también fuiste esa persona que consiguió devolver a España la ilusión por la Fórmula uno.
Permíteme que ahora me ponga un poco melancólica y romántica, y te dé las gracias por abrirnos las puertas a este deporte que tanto nos dio, y que ahora parece estar en decadencia. No sólo por tu sequía ganadora, sino también por una serie de razones que todos sabemos, y que han hecho que haya perdido gran parte de su atractivo.
Como en todo deporte, los aficionados tienen la memoria muy corta. Muchos se han olvidado de todo lo que nos hiciste sentir montado en ese monoplaza. Pocos recuerdan todo lo que nos diste en aquellos tiempos, y ya ni siquiera saben valorar lo que haces cada fin de semana. Y es que transmites confianza, transmites algo que cualquier aficionado de verdad valora. Porque tú, Fernando, no eres como los demás. Tienes la sangre fría, tanto como el hielo, pero cuando subes a ese coche, lo das todo por intentar arañar un punto más, y eso jamás podremos llegar a agradecértelo del todo.
El mundo sigue confiando en ti, porque has demostrado que no hay nadie mejor que tú. Demostraste que, sin tener el mejor coche, se podían hacer milagros, y tú los sigues haciendo, año tras año, sin poder aumentar tus títulos, pero alimentando una leyenda que ya está inscrita como una de las mejores de la historia.
Y llegan pilotos nuevos, con proyección, con ganas de luchar, que saben manejar un coche y hacerlo ganador, pero nunca, ninguno, ha conseguido superarte, a pesar de que ya pueden tener más títulos que tú. Porque tú, Fernando, tienes estrella. Y cuando alguien tiene estrella, es imposible que se le pueda superar. Quizás ahora estés más escondido por una serie de malas casualidades, puede que ahora gran parte del mundo piense que estás perdido, que ya debes retirarte, que no tienes nada que hacer. Pero están muy equivocados, yo lo sé, y todo verdadero aficionado a este deporte también lo sabe.
Sigues con la misma ilusión que hace ya prácticamente catorce años, y eso el mundo de la Fórmula Uno lo sabe. Así que ahora que la temporada ya parece estar relativamente cerca, no podemos hacer otra cosa que desearte suerte y pedirte que sigas luchando como desde hace años llevas haciendo. Porque aunque el mundo se olvide de todo lo que conseguiste, y de todo lo que a día de hoy consigues, aún quedan aficionados que seguimos confiando en ti como la primera vez que te vimos subir al podio.
Gracias por todo, y buena suerte. No olvides que, al final, tu suerte, será también la nuestra.