El Tottenham de Mauricio Pochettino es uno de los equipos –por no decir el que más- que están llamados a mandar en la Premier League en los próximos años. Su proyecto, con gente muy joven y encima renovada, ilusiona. Además, los de Londres tendrán un nuevo estadio en poco tiempo. Y, en el terreno de juego, el argentino parecía que tenía un esquema muy fijo (4-2-3-1) pero Pochettino ante la costumbre de recibir a equipos pequeños encerrados en su área ha pensado en un nuevo sistema.
El 3-4-3, que cada día está más de moda, ha llegado a White Hart Lane. La llegada de Wanyama ha suscitado que Eric Dier –el pivote defensivo de Inglaterra en la pasada Eurocopa- pase a la defensa para complementar al mejor dúo en Inglaterra en el pasado curso, Alderweireld-Vertonghen. Los laterales, entonces, quedan totalmente liberados algo absolutamente capital para ellos ya que tanto Rose como Walker disfrutan llegando a línea de fondo.
Especialmente sorprendente es esto ya que en el fútbol actual muchos entrenadores obligan que, cuando sube uno, el otro se debe quedar. En esta escuadra parece que Pochettino fuerza que ambos suban y que, por tanto, ambos extremos rivales deban estar ayudando en defensa.
En la zona de ataque, acompañando al espectacular Harry Kane, están Alli y Eriksen. Los dos, con la subida de los carrileros, se ven obligados a juntarse en el centro. Algo, que sirve para provocar superioridades por dentro ante equipos que se meten muy atrás. Asimismo, la entrada de jugadores como Dembélé o Lamela, que tienen una capacidad de regate enorme, dan a los spurs la capacidad de desborde que todo conjunto requiere. Quizás la única pega a esta plantilla es que en cuanto hay un par de bajas, el Tottenham se resiente. Pero Pochettino poco a poco está cimentando un proyecto que tiene mucha pinta de levantar títulos con una diversidad táctica que todo club necesita.