El mundo vivió la tragedia aérea del equipo brasileño Chapecoense, especialmente Atlético Nacional, el equipo colombiano que sería su rival en la final de la Copa Sudamericana. Pero el verde antioqueño ya vivió la tragedia, muy de cerca, hace un poco más de 20 años.
Nacional se vistió de luto en 1994 mientras se disputaba el Mundial de Estados Unidos. Andrés Escobar disputaba su segundo Mundial con la selección colombiana, que llegaba a la cita con altas expectativas tras vencer por 0-5 a Argentina, pero todo terminó muy lejos de las expectativas. Colombia cayó en la primera fase y Escobar marcó un autogol.
El zaguero zurdo formaba parte de una generación que había colocado el fútbol colombiano en un nivel que no había tenido antes, consiguió la primera Copa Libertadores de la historia de aquel país con Nacional y sumaba dos clasificaciones consecutivas a mundiales.
Tras su regreso a Colombia, que apenas empezaba a salir de una cruenta guerra con el narcotráfico, Escobar se encontraba en un restaurante a la afueras de Medellín, tras una discusión con dos personas vinculadas precisamente al tráfico de drogas, el chófer de estos le propinó varios disparos que acabaron con su vida.
La muerte de Escobar, que solo había salido una temporada de Nacional para jugar en el Young Boys de Suiza, representó la tragedia más grande que el equipo debió afrontar, la muerte, abrupta y violenta, de uno de sus jugadores más emblemáticos. Quizás, por esto, al saber cómo se vive una tragedia entendieron perfectamente lo vivido por Chapecoense.