El noruego Magnus Carlsen se llevó hoy el título mundial de ajedrez por tercera vez, tras imponerse 3-1 al ruso Serguei Kariakin en un tie-break tras igualar la serie de 12 partidas.
La serie había quedado igualada en 6-6 después de diez tablas y una victoria por lado. Carlsen, que hoy cumplía 26 años, ganó la definición en cuatro partidas de ajedrez rápido.
El tie-break fue el último esfuerzo para los contendientes después de dos semanas y media en la que no se dieron respiro en Nueva York. Y a la definición no le faltó dramatismo.
Después de firmar tablas en la primera partida rápida, Carlsen tomó la iniciativa en la segunda, pero el ruso ofreció resistencia y a pocos segundos del final logró que se firmara tablas una vez más.
Cuando iban 1-1, la mayoría de los expertos veía a Kariakin mejor posicionado psicológicamente. Pero el defensor del título, que no pudo mostar su mejor forma en las casi tres semanas del mundial, se impuso con las negras en la tercera partida y selló la victoria con un nuevo triunfo en la última, para el 3-1 final.
La definición en partidas rápidas provocó algo de polémica. Para los más críticos, la modalidad resulta una lotería, como los penales en el fútbol. En el pasado, los duelos por el título mundial duraban 24 partidas, pero fueron reducidas a 12.
«En un duelo por el título mundial deberían jugarse 16 partidas bajo el formato normal para que no queden dudas sobre quién es el rey del ajedrez», pidió el ex campeón mundial ruso Anatoli Karpov.
La regla del tie-break fue establecida por la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) en 2006, cuando el ruso Vladimir Kramnik venció al búlgaro Veselin Topalov en el desempate.
La otra definición en tie-break fue en 2012, cuando el indio Viswanathan Anand superó al israelí Boris Gelfand. En ambas ocasiones se impuso el defensor del título, una tendencia que Carlsen mantuvo hoy en su cumpleaños.