No creo en la humanidad. Desde hace tiempo bastante tiempo, la verdad. Sin embargo, la vida, caprichosa como ella sola, me ha dejado un último mensaje de esperanza. Lo la hecho a través del fútbol, que para muchos no significa nada y que para millones lo es todo.
La tragedia ha sacudido a este deporte. Una final que tuvo que disputarse y que no lo hará jamás, pero que se recordará para siempre como uno de los momentos más humanos que el mundo del fútbol nos deja. Chapecoense será el campeón eterno. Después de cómo ascendió año tras año, es lo mínimo que se merecen, tanto el equipo como la afición. Una afición que ha visto cómo en cuestión de dos horas una parte de su vida se iba y, a su vez, ha recibido ayuda para intentar recuperarla.
El reto era difícil, pero ya se puede decir que se ha cumplido. Atlético Nacional, el rival del Chapecoense en la final, fue el primero en dar amparo a su rival y amigo. Porque después del trágico accidente ambos fueron uno, todos del Chapé.
El fútbol, fenómeno de masa por excelencia, ante todo es sentimiento. Es pasión por unos colores y por unos futbolistas representativos de ese amor hacia un club. Y existen tantos clubes, ¡miles!, que resulta imposible no picarse con el de al lado. Todo tiene sus pros y sus contras. Sin embargo, pese a las diferencias, pese a los altercados, las peleas y los gritos de más, el fútbol une. Un lazo firme, persistente e inquebrantable entre personas. Quedé impactada cuando nos llegaron imágenes del Arena Condá, estadio del Chapecoense, lleno. Y era de esperar, sí, aunque no por ello dejó de sorprender. El mejor lugar para rendir homenaje a tu equipo no es otro que en el estadio en el que juegas.
Lo que quizá no esperábamos -a esta escala- fue la reacción del Atlético Nacional. El primero en pedir a la CONMEBOL que se declarara campeón al Chapecoense; un gesto que, de por sí, ya les honra. No sé si hubiese hecho falta algo más, más allá de algunas palabras de los jugadores o el presidente. Pero en el fútbol nada es suficiente. Menos en la grada. Y los hinchas de Atlético Nacional, todos, recordaron que el juego es lo de menos.
Su estadio, el Atanasio Girardot, completó aforo; las calles cercanas, también. No había final, sino que tendría lugar algo mucho más importante. Gritaron, cantaron y animaron, Por las víctimas y sus familiares. dejando imágenes para la historia. Ni Atlético Nacional ni Chapecoense pierden la final de la Copa Sudamericana 2016. Sí ganan el respeto de millones de aficionados y pasan a ser un modelo de comportamiento ante la adversidad más dura.
Una manifestación de dolor se convirtió en un ejemplo de la humanidad que puede desprender todo lo que rodea a 22 futbolistas. Las decisiones que tomamos reflejan el tipo de persona que somos. Y, a veces, en el fútbol se proponen y se producen las decisiones más humanas.