El patriarca regresa a casa. Nueve meses después de salir de prisión tras haber cumplido condena por evasión fiscal, Uli Hoeness saldrá previsiblemente de la asamblea general del Bayern Múnich investido nuevamente como presidente. El exdirectivo recuperará el cargo que desempeñó en el club alemán durante cinco años, concretamente entre noviembre de 2009 y marzo de 2014, momento en el que se vio obligado a abandonar al ser condenado por la justicia alemana.
Asume el puesto, cuyas funciones son más representativas que ejecutivas, en un momento complicado para el equipo. No en vano, por primera vez desde mayo de 2015, el club bávaro ha perdido de forma consecutiva, en los últimos días, dos partidos considerados cruciales. Después de demostrar durante años su supremacía en la Liga alemana, el Bayern cedió el pasado fin de semana el primer puesto de la clasificación en favor del recién ascendido Leipzig. Fuera, las cosas al equipo no le van mejor. El multicampeón alemán fue derrotado el miércoles por 3-2 en Liga de Campeones por el conjunto ruso Rostov, un resultado que le lleva a situarse como segundo del Grupo D, por detrás del Atlético de Madrid.
A sus 64 años, Hoeness quiere dejar atrás el capítulo más amargo de su vida y dedicarse de nuevo en cuerpo y alma a un club al que lleva vinculado desde su juventud. En él entró como futbolista profesional a los 19 años y tan sólo doce meses después logró conquistar el título de campeón de Europa, en 1972. Dos años más tarde, se haría con la con la Copa del Mundo. Una lesión le apartó de los terrenos de juego a la temprana edad de 27 años, momento en el que comenzó a ejercer labores de mánager en el Bayern hasta convertirse en presidente en 2009.
En 2014, cuando se le impuso una pena de tres años y medio de cárcel por evadir impuestos por unos 28,5 millones de euros a través de cuentas en Suiza, anunció su dimisión. Pese a la condena, Hoeness seguía siendo muy querido y respetado en el club, donde desde principios de 2015 mantuvo un cargo de asistente en el equipo juvenil gracias a que gozó un régimen abierto durante la pena de prisión.
Su regreso al club se daba por hecho desde hacía tiempo en Alemania. En mayo, cuando el equipo se coronó campeón, Hoeness festejó en el estadio Allianz y en el ayuntamiento de Múnich, además de que subió al escenario como si siguiera en el cargo. El club, en general, dejó claro que tenía la intención de animarlo a volver, sobre todo a partir del 29 de febrero, cuando se le permitió salir de la cárcel. El jefe de la junta directiva, Karl-Heinz Rummenigge, expresó claramente en ese momento su deseo de volver a tenerlo cerca.
Hoeness retomará su antiguo puesto en la cúpula del Bayern de manos de Karl Hopfner, quien asumió la presidencia del club mientras «el patriarca» cumplía su condena y rechazó presentarse a la reelección una vez que su antecesor expresó sus deseos de volver. Sin embargo, el papel de Hopfner pasó muy desapercibido durante los dos años en los que Uli Hoeness estuvo apartado del equipo. En este tiempo, Rummenigge asumió las funciones representativas prácticamente en solitario, presentándose como la principal figura directiva.
Para todo el club, Hoeness es más que un jugador, mánager y presidente. Lo consideran la cara del Bayern y el responsable de haber llevado al club a la cúspide del fútbol nacional e internacional. «Voy a servir a este equipo hasta que no pueda respirar», llegó a decir Hoeness en noviembre de 2013 durante una asamblea general, toda una declaración de intenciones que demuestra que el Bayern es su vida.