Un día frio de enero, cuando la ventana de traspasos ya moría, David Moyes lo volvió a hacer. Era premeditado. La afición esperaba la llegada, en aquel casi febrero de 2013, de un delantero que consiguiera lanzar al Everton a Europa. El escocés, sin embargo, decidió fichar a Stones, un joven central del que nadie sabía nada. Se esperaba que aterrizara Negredo pero el dinero en Goodison no sobraba. Moyes, más bien dicho, no escogía sino que no tenía otra. En Barnsley había diamantes.
Dos años más tarde, con otro entrenador en los toffees, un tal Mason Holgate era la nueva incorporación blue. Venía de Yorkshire, venía de Barnsley. Stones ya se había hecho un hombre y ya recibía ofertas de todas partes. Mientras, Holgate empezaba en los reservas. El de Doncaster, desde el inicio, mostró cualidades. No jugó nada en su primer curso pero la temporada 2016-2017 iba a empezar con otra cara.
La marcha de Stones al City, paradójicamente, le abrió la puerta para que debutara en la defensa de tres que planteó Koeman frente al Tottenham. Lo más sorprendente de sus primeros minutos en la élite fue el parentesco que había con aquel chico que se acababa de marchar al City. Su tranquilidad con el balón, su velocidad y su anticipación convirtieron al ex del Barnsley en uno de los mejores del inicio de la temporada.
Asimismo, aparte de las parecidas cualidades entre ambos y su proveniencia, ambos jugaban en el lateral en sus inicios. De hecho el evertonian, cuando Coleman no está disponible, es el segundo defensa derecho del equipo. Además, con la baja forma del irlandés algunos se preguntan si este no debería ir al banquillo por él.
El único problema de Holgate es que de momento ha sumado escasos minutos en Premier League. El defensa tan solo ha jugado tres partidos pero su increíble nivel en ellos da como para escribir textos sobre él. No se engañen por su aspecto juvenil. Holgate, nacido en 1996, es otra perla proveniente de Barsnley. Si alguien busca central, ya sabe dónde ir.