A catorce temporadas de distancia, no es sencillo imaginar a un Chelsea que comenzaba a asentar pasos para elevar su estatus de entonces a la categoría de candidato al título en la Premier League todos los años y de uno de los clubes más poderosos de toda Europa como es norma asumida en la actualidad.
Una vitola de nuevo rico granjeada con la llegada de Roman Abramovich al control del club ‘blue’ y su ingente gasto en incorporaciones de renombre justo un año después. Sin embargo, el Chelsea inmediatamente anterior, con Claudio Ranieri -a quien el magnate ruso mantendría una campaña más para que fuese su primer entrenador antes de contratar a Mourinho- al frente de los mandos por tercer curso, firmó una temporada 2002/03 bastante positiva, finalizada en cuarto lugar y accediendo a la Champions League por segunda vez en su historia. Un Ranieri que tuvo que pasar más tarde por Valencia, Parma, Turín, Roma, Milán, Mónaco y Grecia antes de firmar el milagro del siglo con el Leicester y levantar por fin el mayor título de Inglaterra. Quién lo hubiese imaginado…
En cuanto a los futbolistas, el único de aquella plantilla que todavía integra la actual nómina de jugadores del club londinense no es otro que John Terry, que encaraba entonces su quinto curso en el primer equipo un año antes de ser nombrado hasta hoy el capitán del barco, aunque sin ser todavía un indiscutible -acumuló únicamente dieciséis titularidades- ante la presencia más habitual en el once del ya veterano y mítico Marcel Desailly, quien a su vez, pondría fin a su carrera en sendos años en el Al-Gharafa y el Qatar SC del país homónimo tras un año más en el Chelsea.
Más allá del poderoso central francés, el resto de los nombres que conformaban la alineación más asidua puesta en escena por Ranieri eran, en la parte defensiva, el portero italiano Carlo Cudicini, que se quedó en el club como suplente hasta 2009, hizo lo mismo en el Tottenham hasta 2013 y tuvo una breve experiencia en la MLS; el holandés Mario Melchiot, que colgó las botas también en Catar en 2011 tras salir del Chelsea en 2004 y haber pasado por Birmingham, Rennes y Wigan; William Gallas, un pilar también con posterioridad en las dos primeras ligas conquistadas por Mourinho, retirado en 2014 en el Perth Glory australiano tras no haber abandonado antes Londres y pasar cuatro y tres campañas respectivamente en el Arsenal y el Tottenham; y el internacional inglés Graeme Le Saux, que abandonó el club al término de esa temporada para jugar dos años más en el Southampton y regresar fugazmente en 2012 en el amateur Wembley junto a otro ilustre como Martin Keown.
El centro del campo titular del conjunto ‘blue’ en la última temporada previa a la llegada de Abramovich estaba conformado por un clásico como Emmanuel Petit en su penúltimo año como profesional y por otro de los pocos jugadores de aquel Chelsea que aún siguen en activo, la leyenda Frank Lampard, camino, en su segunda temporada en el club, de confirmarse como uno de los mejores mediocentros de toda la década.
Y en la parte ofensiva, los nombres más habituales eran los del danés Jesper Gronkjaer, que no contó para Mourinho a su llegada en 2004 y pasó por Birmingham, Atlético de Madrid y Stuttgart antes de regresar a su país para jugar desde 2006 hasta 2011 en el Copenhague; el gran Gianfranco Zola, máximo goleador del equipo con 14 dianas en la Premier League 2002/03 pese a contar ya con 36 años y que aún alargó su carrera dos años más en el Cagliari de su isla natal; Eidur Gudjohnsen, aún en activo en el Pune City indio tras dejar el Chelsea en 2006 y convertirse en un trotamundos que pasó -además de jugar también en Inglaterra en el Tottenham, el Stoke y el Fulham- por España, Francia, Grecia, Bélgica, China y Noruega; y el inolvidable Jimmy Floyd Hasselbaink, que aguantó un año más con Ranieri antes de seguir haciendo goles en el Middlesbrough, pasar por el Charlton Athletic y retirarse en el Cardiff en 2008.
El Chelsea 2002/2003 contaba con una plantilla de 24 jugadores. Entre las alternativas en la portería y en defensa figuraban el arquero internacional holandés Ed de Goey, en la última de sus seis campañas en el club; el ya citado Terry; el lateral zurdo nigeriano Celestine Babayaro, quien pasaría más tarde por las filas del Newcastle; un Robert Huth con tan solo 18 años, en su primera temporada en la élite de la mano de Ranieri, más de una década antes de ser un pilar para el técnico italiano con el Leicester campeón; el español Albert Ferrer, en su última temporada en activo pese a contar con 32 años; y otro exculé como el inolvidable Winston Bogarde, inédito en aquella Premier, aunque sí contó con minutos en un partido de la Copa de la Liga y que se retiró un año más tarde tras acumular nueve juegos en todas las competiciones a lo largo de sus cuatro años en Londres.
Respecto a las opciones para el centro del campo que normalmente esperaban su turno en el banquillo se encontraban nombres conocidos como el del español Quique de Lucas, el auténtico jugador número doce de aquel equipo en su única campaña en el Chelsea antes de firmar por el Alavés; el canterano Jody Morris, que actualmente entrena en la academia ‘blue’ y que también estaba entonces en el último curso de su etapa en el club que precedió a su estancia poco fructífera en Leeds y Rotherham, a su fichaje por el Millwall, a proclamarse campeón de la segunda escocesa con el St. Johnstone y a retirarse en el Bristol en 2013; y ‘Bolo’ Zenden, un año antes de marcharse al Middlesbrough y continuar su carrera en Liverpool, Marsella y Sunderland.
También figuraban en aquel plantel, pese a su escasa participación, el canterano Joe Keenan, quien nunca llegó a instalarse plenamente en el primer equipo debido a una lesión y que desarrolló su trayectoria en modestos de Países Bajos, Escocia y en Australia; además del también juvenil Filipe Oliveira, un centrocampista ofensivo portugués procedente aquel mismo año del Porto, que jugó tres encuentros saliendo desde el banquillo en aquella Premier y registró una carrera dispar posterior en equipos de su país, antes de pasar desapercibido en el Parma y el Torino y firmar por el Videoton húngaro en 2011, donde continúa actualmente.
Por último, entre los atacantes suplentes, se encontraban el internacional croata Mario Stanic, en su penúltima temporada en activo y que pasó por el Sporting de Gijón diez años antes, y un jovencísimo Carlton Cole, aún en activo hoy día a sus 33 años en el Sacramento Republic de la USL norteamericana y que fue cedido en mitad de aquella temporada al Wolverhampton para volver a vestir la camiseta del Chelsea brevemente en la 2005/2006 y poner rumbo al West Ham.
Aquel Chelsea cambiaría totalmente de perspectivas, objetivos, nivel, forma y futbolistas con la llegada de Roman Abramovich. Tanto es así que un año después de la compra del club por parte del magnate ruso y ya sin Ranieri en el equipo y con José Mourinho en el banquillo, apenas quedaba un tercio de la plantilla que disputó aquella temporada 2002/2003. Una campaña que es habitualmente olvidada en la reciente historia ‘blue’, pero en la que empezaron a asentarse las bases de lo que solamente un año más tarde comenzaría a ser la ambiciosa y ganadora era Abramovich.
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