Paco LÓPEZ.- El Sunderland es una de esas plantillas cuya calidad individual está fuera de duda, pero que evidencia la necesidad de algo más. Este año comenzó con un entrenador sin ideas claras, la etapa de Paolo Di Canio se podría resumir como nefasta. Revolución de media plantilla, carreritas por la banda y una inyección de adrenalina que salvó a los ‘black cats’ gracias a los deméritos de un flojo Wigan que pagó caro su cuento de hadas en FA Cup. Giaccherini, Johnson, Fletcher, Altidore,… Un puñado de futbolistas cuyo potencial es muy elevado, pero que luchan por no descender.
Este año el Sunderland ha renovado el vestuario. Fichajes y más fichajes de Di Canio que no concordaban con la idea de Poyet, lo que obligó al uruguayo a modificar más.
Un lastre frecuente de la temporada ha estado en la falta de gol, salvo días contados con Adam Johnson disfrazado de superhéroe, el equipo ha sufrido para anotar. Jozy Altidore era el máximo refuerzo pero su rendimiento ha sido paupérrimo: un gol y tres asistencias. Atrás queda un año glorioso en Holanda. También acompañaba Steven Fletcher, un punta versátil, inteligente y regular: llevaba tres temporadas marcando como mínimo 10 goles en Premier, pero este año sólo lleva tres. Gus Poyet no tardó en reaccionar cuando se abrió el mercado, el hombre elegido fue Ignacio Scocco cuyo nivel ha ido de mal en peor desde que salió de Argentina.
Panorama gris que servía para dinamitar una trayectoria ascendente. Tras el fiasco de la Capital One Cup los ánimos cayeron. Cierto que Fabio Borini ha mantenido con aliento al Sunderland pero sus actuaciones han sido más brillantes con una referencia al lado. Viendo esta problemática se acordaron de Connor Wickham, un juguete roto del mercado inglés. Con nueve goles en una temporada con apenas 18 años la burbuja británica habitual hizo que el Ipswich se embolsara unos diez millones de euros. Su rendimiento en el Stadium of Light desde 2011 eran 40 partidos, cuatro goles.
Lógico verle cedido constantemente en Championship. Esta vez el barco se hundía y se reclutó a todos. Desde su regreso tras cesión a finales de marzo el internacional sub 21 inglés ha firmado cinco goles en siete partidos. Oxígeno puro para una buena, aunque descompensada, plantilla que agonizaba en las arenas movedizas del descenso. Cinco tantos que han despertado a un club aletargado, acostumbrado a gastos de zona noble y decepciones gigantes.
El Sunderland encara las últimas jornadas fuera del descenso, con un delantero que marca goles, atípico esta temporada. Repasando el historial es difícil saber si Connor Wickham se asienta definitivamente –sólo tiene 21 años-, de momento ha demostrado más que en sus dos años y medio previos en el Sunderland.
Una permanencia que vale más de diez millones de euros. Cifra que se pagó por este ariete que maravilló con el Ipswich, pero que era una constante promesa. Son tres años esperando para verle decidir duelos en la élite.
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