Hacía años que el Real Madrid no lograba hacerse con la gran estrella del mercado europeo. Los equipos griegos monopolizaban este asunto. Este verano todo cambió. Gustavo Ayón no terminaba de firmar su renovación. La afición blanca temía perder a su principal baluarte en la pintura. Poco tiempo duraron estos temores. Las informaciones anunciaron que el Real Madrid había llegado a un acuerdo con Anthony Randolph. Para más inri, el mexicano acabó renovando cuando ya parecía que hacía la maletas hacía Turquía.
Jugador de rotación en la NBA
Aquel gigantón (2’11 m) con aspecto de uno de los personajes de la mítica serie de Dragon Ball había eliminado al Barcelona en los cuartos de final de la Euroliga con el Lokomotiv de Kuban, siendo el principal villano de los culés en la eliminatoria. En el equipo ruso encontró la madurez en su juego. En la NBA nunca pudo deshacerse del estigma de jugador de rotación que le perseguía. Warriors, Knicks, Minesotta y Denver fueron los conjuntos en los que militó. En total, disputó 252 partidos con 15’2 minutos de media. Un número 14 del Draft que quería más. Llegó el Lokomotiv con un proyecto interesante tanto a nivel económico como deportivo. Se sintió importante y lo demostró en la pista.
Se salió en la pasada Euroliga
El estadounidense nacido en Alemania logró unos números de escandalo, promediando 16’5 puntos y 6 rebotes y 14’9 de valoración en la pasada Euroliga. Su privilegiado físico unido a su depurado manejo de balón, a su notable tiro exterior con su zurda y a su agresividad en la pintura, le hicieron ser imparable a lo largo de la temporada. Aplastaba a los rivales. Dominaba todos los aspectos del juego. Fue el pívot más influyente en el juego ofensivo de un equipo europeo con permiso de Ioannis Bourousis.
Este pasado verano, Randolph tenía en su mente volver a la NBA. Ya no era aquel jugador que se había marchado hace dos temporadas atrás. Sabía que regresaba siendo uno de los jugadores más temibles del viejo continente. Aquel jugador de rotación en un pasado ansiaba protagonismo. Sin embargo, el regreso no cuajó. Y apareció la opción del Madrid. Pablo Laso se quedó encandilado de él hace dos temporadas. Ansiaba tenerlo en su esquema. Era la tónica perfecta para su gin tonic.
Los blancos habían demostrado ser el equipo más eléctrico y más ofensivo de Europa en los últimos años. Eran referencia. Randolph lo sabía. En aquel equipo el ex NBA podía explotar más aún sus cualidades. Aquel era el mayor museo en el que exponerse. El principio de temporada no fue del todo excelso. Se cayó ante el Barcelona en las semifinales de la Liga Endesa en la exhibición de Tyre Rice.
De menos a más en el tramo inicial del curso
Randolph se mostró algo ansioso en el tramo inicial de campaña. Quería hacer de todo. Sin tener totalmente interiorizados los automatismos del equipo blanco anhelaba sentirse protagonista. Su cuerpo y su mente le pedían liderar. En ocasiones la precipitación se apoderaba de él. En los últimos partidos, sin embargo, el ex del Lokomotiv empieza a demostrar el jugador que es. La afición cada vez está más convencida de que tienen entre sus manos a un autentico diamante capaz de relucir en todas las facetas del juego.
Ante el Maccabi en la segunda jornada de la Euroliga, Randolph terminó de explotar. Lideró, aterrorizó, y llevó al Real Madrid a la victoria con una encomiable defensa en el último cuarto. Estuvo 21.22’ sobre el parquet en los que logró 9 puntos, 5 rebotes y 3 tapones para sumar un 11 de valoración. En los intangibles fue donde ‘Freezer’ se salió. Lanzó un claro mensaje a la afición blanca con su juego: “Estoy aquí para liderar. No teman, conmigo la pintura será blanca”.
Estudiante de periodismo en la Universitat Rovira i Virgili. Intentando hacerme un hueco en esta profesión de ensueño. Palabra a palabra, texto a texto.