Os voy a contar una historia que trata sobre un equipo que emocionaba a una ciudad entera cada fin de semana de partido con un fútbol sala sublime. La historia del club que nunca se rinde.
Porque sí señores, yo soy de Móstoles. Yo he visto al «Soto», el particular teatro de los sueños de la ciudad mostoleña y sede del PSG Móstoles, lleno hasta la bandera y vibrar en cada encuentro. ¡Eso sí que era una caldera! No cabía un alma y daba igual ganar o perder, nos íbamos contentos para casa. Allí he visto a jugadorazos formados en la cantera como Borja Blanco, Paco Sedano, Charlie o Raúl Campos entre otros. En la presidencia Antonio Peña y en el banquillo Tino de la Cruz primero y Antonio Sánchez (Santa) junto con Jorge de la Cruz después. Vaya tres. Lo ganaron prácticamente todo como jugadores y como formadores son de lo mejorcito. Os lo dice uno al que le toca aguantarles todas las semanas. Todo esfuerzo tiene su recompensa y en 2008 llegó de la mano de un subcampeonato de Copa de España en Cuenca. La grada se llenó de azulones con la ilusión de ser campeones. Una ilusión que aumentó en semifinales al vencer al Inter Movistar en los penaltis, pero que se desvaneció en la derrota por 2-1 ante El Pozo Murcia en la final. Aunque eso sí, contentos de lo que se había conseguido. Contentos por poco tiempo, porque la vida no es siempre justa y a veces pagan justos por pecadores. El club no pudo hacer frente a los gastos económicos tras la quiebra y el abandono de PSG, y tuvo que descender de categoría, concretamente a la Primera Nacional (Segunda B), con un nuevo nombre, Ciudad de Móstoles FS.
Fue difícil, fue duro. Ver como de repente por situaciones extradeportivas tu equipo no está donde merece. Te consume la rabia y la impotencia. Pero ahí es cuando aparece la familia, porque este equipo es eso, una familia. Todos juntos en las buenas y sobre todo en las malas. Se afrontó la complicada situación con gallardía y con un «volveremos» grabado en la cabeza. Villafontana, nuestra nueva casa, siguió llenándose de locos por este deporte y por este equipo, que nunca han dejado ni dejarán de creer. En 2014 el filial subió a Tercera división y se convirtió en el primer equipo al no poder mantener tampoco la plaza en Segunda B. Pero nunca hay mal que por bien no venga.
El Móstoles ha tenido siempre una cantera increíble y por ahí empezaron a llegar los éxitos siendo esta vez los más pequeños quienes ilusionaban a los mayores. Fue el año pasado cuando vi lo que hacía muchísimo tiempo que no veía. El juvenil división de honor ganó la liga al igual que el cadete y ambos se clasificaron para el campeonato de España. Los primeros en disputarla fuimos los juveniles comandados por la inseparable pareja Santa-Jorge, que seguro recordaron los viejos tiempos en la alta competición. Vencimos al Cerverano y al Ejido antes de meternos en la fase final que se celebraría en Villafontana y en la cual nos tocaría enfrentarnos en semifinales al FC Barcelona. Lo vivido aquel día fue impresionante. Me incluyo porque no sabéis la suerte que tengo de formar parte de esta familia, mi segunda familia, y de aprender y jugar con los mejores. A lo que iba, no cabía un alfiler y eso que se pusieron gradas supletorias. De nuevo volvíamos a estar ahí, entre los grandes y todos tuvimos un ‘déjà vu’. La sensación era indescriptible. Ver otra vez a montones de aficionados vibrar como antaño. Perdimos 2-5 y el torneo lo acabaría ganando ElPozo, pero ver a toda esa gente fue un privilegio y una maravilla. El cadete dirigido por Tino de la Cruz corrió la misma suerte. El pabellón mostoleño lleno, derrota ante los blaugranas y los murcianos campeones. No importó demasiado, volvíamos a estar en la élite del fútbol base. Esta nueva temporada vamos en busca de un nuevo título liguero y con él otra participación en un nuevo campeonato de España. Por supuesto también de seguir creciendo, formar jugadores y volver de donde nunca debimos marcharnos y donde este equipo, esta afición y esta ciudad merece.
Este es el Ciudad de Móstoles FS y su historia. La historia de un club humilde pero grande a la vez. Caído en el olvido quizá para algunos, pero vivo, muy vivo y con los de siempre. Para terminar os invito a que vengáis a disfrutar de la gente y por supuesto de un fútbol sala de categoría. ¡Volveremos!