Alejandro CENTELLAS – En menos de 10 minutos de partido se pudieron constatar algunas certezas: que la firma de Guardiola en el juego del Bayern es indiscutible y que las bestias negras influyen en lo psicológico. El Bayern tiene una sombra demasiado alargada que ocupa las esquinas del Bernabéu y tan pocos complejos que no le asusta el escenario, si cabe les motiva más. El inicio del partido fue alemán, en psicología, en físico y en fútbol; por tierra mar y aire. El Bayern jugó a su propia posesión en espacios reducidos, controló las facetas del juego que el Madrid ni siquiera conocía. Pero hasta qué punto será paradójico el fútbol, que sutil incoherencia tiene la grandeza de este eporte, que incluso los astros se sorprendieron de lo que sucedió. En una tierra lejana, casi desierta, apareció un pase mágico de un recuperado Cristiano que recibió Coentrao para obrar el milagro de la incongruencia. Benzema recibió un balón del portugués que venía con invitación y el francés la aceptó de buena gana. Nadie sabía por qué, los alemanes miraron al cielo y al marcador: 1-0. La vida era bella en Concha Espina.
El Madrid sintió con el gol de Benzema cómo el cielo era más azul y la bestia menos negra. El Bayern adoptó un matiz grisáceo, comenzó a experimentar las dudas que le han convertido en ocasiones en un equipo vulnerable y el Madrid volvió a llegar. Cristiano rozó el gol. Probablemente nunca tuvo tan fácil hacer el tanto, pero quizás su rodilla o la sombra imponente de un Neuer que le hizo recordar épocas pasadas, o sea lo que fuere, desembocaron en un fallo inusual. Los genios también pierden la lámpara de vez en cuando. Y eso que en el otro bando también había genios, y varios. Ribéry y Robben enmudecían al Bernabéu cuando osaban a retar a la defensa blanca, que contuvo las impertinencias de los bajitos con lo que podían. Entonces el Madrid cedió la iniciativa perdida al Bayern y el equipo bávaro recuperó la tierra conquistada por el Madrid, siempre de la mano de un sorprendente Lahm, que ha hecho olvidar el fantástico lateral que fue para consagrase como un gran mediocentro. Fue seguramente el momento en el que el Madrid más echó en falta a Bale. Isco tiene una calidad desmesurada, pero con espacios y en carrera se queda desnudo. Aun así, se sacó de la chistera un centro que a punto estuvo de encontrar fortuna en los pies de Di María. Si hacemos recuento, el Madrid dispuso de dos ocasiones claras para aumentar el marcador. Mientras, el Bayern dominaba en el juego pero se desinflaba en el peligro final. Quién lo hubiera dicho…
Cristiano volvió a aparecer con un disparo cruzado para probar a Neuer. Eso ya fue en la segunda parte, cuando el Madrid le apretó las clavijas al Bayern. El equipo alemán consiguió destaparse de la presión y encontró en Robben la solución a sus problemas. Gracias a eso pudimos observar a un jugador que se ha graduado de la mano de Ancelotti: Coentrao. Con su juego en la Copa del Rey y hoy con un hueso duro de roer se constata que el Real Madrid ha recuperado a un jugador que defensivamente puede ser una contribución excelente. El fichaje caro empieza a ser, unos años vista, más barato. Mientras tanto, el Madrid vivía el momento más dulce de la noche. Controlaba el juego en la posesión, lo que significó desarmar la idea base de Guardiola, y las ocasiones seguían llegando de la mano (o del pie) de Cristiano. No podemos decir que fue el partido más participativo de Cristiano, mermado por su condición física, pero lo que tocó sirvió para generar el peligro suficiente como para no dejar tranquila a la defensa bávara.
Con el paso de los minutos de la segunda parte, el partido se abrió y esta circunstancia no disgustó a ningún equipo. Ambos conjuntos guardan dientes afilados para cuando se parte la piñata. El Madrid decidió armar la contra con la ligereza de un Bale despojado de los 100 millones que tanto pesaban. El vaivén de ocasiones también dejó paso a un nuevo milagro: Iker Casillas se vistió de santo para no fallar a la cita. En esa jugada, Modric se jugó la melena con un regate en el área que a punto estuvo de costarle una infracción grave con pérdida de puntos. Finalmente el ángel de la guarda le conservó la cabellera y el gaznate. Y como una película de terror con final feliz, el Madrid dejó consumir el partido como la ceniza del cigarro para asegurarse la victoria en su feudo. En el cenicero, una bestia negra que, como el color de la ceniza, se convirtió en un grisáceo tigre de bengala. Eso sí, 90 minuti en el Allianz serán molto longo.
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