Domingo ORTIZ – Esperemos que sea la definitiva. El nuevo consenso alcanzado por las partes en el proceso de venta del Valencia CF (Bankia, Generalitat Valenciana, Fundación VCF y Valencia CF) debería ir encaminado a la tranquilidad y a los buenos alimentos. Se han de dejar al margen de una vez por todas los personalismos, las filias y fobias y los intereses banales de cada una de las partes. Lo verdaderamente importante es la entidad. El escudo. Y ya sería hora que se empezara a pensar en él de verdad.
Aurelio Martínez, presidente de la FVCF que durante estos dos últimos días amagó con su dimisión, explicó desde la sede del Patronato de la Fundación el nuevo acuerdo alcanzado entre todos los protagonistas para conseguir un proceso de venta cabal y sin palos en las ruedas. Todos han acabado cediendo. Unos más que otros, pero el consenso es el mejor aliado posible para que la cadencia y desarrollo de la venta del club sea el preciso e ineludible. Sin saltos abruptos. El plazo para la recepción de ofertas vinculantes seguirá siendo el 24 de febrero aunque, como reconoció Aurelio Martínez, han de decidir si se amplía hasta el 3 de marzo. En cualquier caso, sea en una fecha u otra, difícilmente aparezcan nuevas ofertas (por la densidad y magnificencia económica), más allá de las que ya pasaron la primera criba por parte de KPMG-Bankia. Aunque en todo proceso abierto, todo puede ocurrir. Sin descartar nada.
Bankia ha aceptado, de forma coherente e inteligente, que el Valencia CF y la Fundación Valencia CF estén presentes, con un único voto, en la decisión final para escoger al mejor inversor posible. Sin estridencias. Que tengan voz y voto en aras de un proceso transparente. Es lo que realmente interesa a todas las partes. Bankia para quitarse de encima el entuerto de los 220 millones de los créditos, la Fundación para poder pagar los 90 millones de las acciones (se incluyen los 4,8 millones que se le han de devolver a la Generalitat Valenciana), la Generalitat – avalista de esas acciones- para no tener que sacarlos del erario público y meterse en un embeleco sin precedente y el Valencia porque es el que tiene que pagar todas las facturas con el banco y no dispone de mecanismos para hacerlo. El club tiene un desfase de cerca de cuarenta millones cada año (ingresos-gastos) y la cuenta de resultados ha de cuadrarse. Si una SAD genera más pérdidas que beneficios es imposible amortizar deuda y/o pagar intereses con un banco. El dinero no se puede pintar. Y todo ello con un molde de cemento sin acabar en la Avenida de las Cortes Valencianas al que le faltan 110 millones para coger su forma aclaratoria y definitiva.
Cualquiera de los agentes que participa en la elección final se reserva el derecho a poder descartar las ofertas que no satisfagan los intereses comunes. Pero no parece que vaya a ser el caso. Por su parte, la Fundación VCF y el VCF, han cedido eliminando el derecho de tanteo que en un primer momento se había trazado en la comisión gestora. El Valencia CF y la FVCF podían descartar un vencedor elegido por Bankia a última hora y nombrar a otro, siempre y cuando este último igualara la oferta económica a la entidad bancaria. Como es lógico y natural, el banco – principal acreedor de la entidad valencianista- y al que se le adeudan 310 millones de euros en total, se negó por completo. Han sido profusos días de tensión y enquistamiento hasta el punto que uno de los inversores se estaba planteando retirar su oferta por el clima de crispación que habitaba en el entorno y por la “obligación” a dinamitar su confidencialidad. Afortunadamente la cordura vuelve a anidar y PricewaterhouseCoopers, consultora vinculada y que representa a la Fundación VCF, sentó las bases junto a KPMG, consultora que representa a Bankia, para un nuevo funcionamiento considerado y equivalente de la comisión gestora encargada de la venta del Valencia CF.
Con las nuevas reglas trazadas, una vez se cierre el plazo de admisión de propuestas, la oferta seleccionada en alianza con los requisitos sociales, económicos y deportivos que la FVCF lleva meses detallando, será expuesta a los patronos. Y de ahí transitará a una Asamblea Extraordinaria de Accionistas donde el pequeño accionista conocerá todos los detalles de la operación que se consumará con un nuevo propietario del Valencia CF.
La senda vuelve a estar asfaltada. Y conociendo todas las partes que el VCF sin venta es sinónimo de muerte, esperemos que esta vez sea la concluyente y categórica. Las trabas, los egoísmos y las piedras en el camino solo provocan ruido e inconsciencia. El enfermo no está para descabellos. Recemos para no entonar aquello de “entre todas la mataron y ella sola se murió”
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