En Basilea, la Eurocopa femenina 2025 arrancó con el guion soñado para la anfitriona… hasta que Noruega decidió reescribirlo a golpe de remontada y pragmatismo. El St. Jakob-Park, vestido de rojo y blanco, vibró con un arranque suizo que invitó a soñar: presión alta, transiciones eléctricas y una Nadine Riesen convertida en puñal por la izquierda. La lateral, omnipresente, no solo desbordó sino que firmó el 1-0 tras cazar un balón suelto y desatar la locura local.
Durante 45 minutos, Suiza fue la dueña de la fiesta. Noruega, las eternas favoritas que nunca terminan de convencer, parecían una sombra de sí mismas: sin ideas, sin ritmo, sin respuestas. Solo Caroline Graham Hansen, a ráfagas, recordaba que en el fútbol siempre hay margen para cambiar el guion.
Y el giro llegó. Tras el descanso, las noruegas salieron con el colmillo afilado y, en apenas cinco minutos, le dieron la vuelta al marcador. Primero, Ada Hegerberg —la gran referencia escandinava— remató de cabeza un córner botado por Boe Risa para poner el marcador en tablas. Después, un centro venenoso de Graham Hansen terminó en gol en propia puerta de Stierli, que intentó despejar y acabó condenando a las suyas.
El partido entró entonces en una montaña rusa emocional: penalti a favor de Noruega que Hegerberg, buscando la escuadra, mandó fuera; penalti para Suiza anulado por fuera de juego. El reloj se convirtió en enemigo de las locales, que vieron cómo la fiesta se desinflaba entre la frustración y la impotencia.
Noruega, sin gran brillo pero con oficio, se llevó tres puntos que valen oro en un grupo donde la anfitriona mereció más, pero acabó pagando su falta de colmillo en las áreas. Tras la primera jornada del Grupo A, Noruega es primera y Finlandia, segunda.