Ya han pasado dos meses del fichaje de Frank Lampard y la situación del Everton sigue siendo insostenible: el equipo no sale de la zona de abajo y encara una fase final de curso diabólica. Parecía que la FA Cup podía ser un desahogo de lo que ocurría en la Premier, pero la realidad volvió a golpear a una escuadra que pasea por Inglaterra con la cabeza gacha: cabe recordar que son el peor equipo de Inglaterra lejos de Goodison Park. El pasado domingo, en el campo del Crystal Palace, los de Londres golearon 4-0 a los toffees y su técnico no dudó en criticar a sus futbolistas: “Si no tienes la confianza para jugar, puedes darte la vuelta y decir: ‘¿Tengo pelotas para jugar?’ Perdón, pero ese es el término futbolístico”. No parecía contento el bueno de Frankie.
De nuevo, durante estos días, ha habido un sinfín de frases en redes sociales y en entrevistas en las que se habla de “levantar la cabeza” y “seguir trabajando”. Últimamente, cada vez que esos tweets aparecen en mi timeline, es imposible olvidar lo que dijo hace no mucho Roy Keane -alter ego del ínclito Roy Kent, de Ted Lasso- mientras Micah Richards no podía aguantar la risa en la otra mesa: “Habrá comunicados en Twitter y todas esas porquerías. No, lo que haces en el verde es lo que realmente me interesa, no la otra basura”. Lo del actual técnico de los de Liverpool es otro tipo de discurso. De hecho, sorprende verle hablar así con la situación actual que atraviesa la plantilla.
En el verde el inglés está tratando de agitar el árbol sin encontrar una fórmula ganadora. Sin balón se colocan en un bloque mucho más alto en diferencia a lo que hacía Rafa Benítez. Ha pasado de una defensa de cuatro a una de cinco que no ha cambiado la inseguridad defensiva. Aunque lo cierto es que lo de la zaga del Everton va mucho más allá de la pizarra. Seguramente, como ya han dicho varios analistas del balompié inglés, muchos de los jugadores no tienen nivel para jugar en Premier. Uno de ellos, Mason Holgate, dijo que el equipo “era demasiado bueno para bajar”. Sin embargo, la tabla no engaña. Aunque cobren como estrellas mundiales los puntos son los que marcan la realidad.
Si atrás el drama es evidente -quizás solo se puede salvar el maltrecho Yerry Mina- en ataque el equipo también anda corto de calidad. Dominic Calvert-Lewin, que puede que esté pensando en su traspaso mientras recupera la forma, sigue sin aparecer. Eso provoca que Richarlison esté muy solo y cada vez más desesperado. Andros Townsend y Demarai Gray, fichajes de Benítez, sí que dejaron destellos en el inicio de curso. Sin embargo, las decisiones del español en el mercado de invierno dejaron al cuadro muy tocado. Lampard, firmando a Dele Alli, ha continuado con esa terrible línea de la entidad de malgastar dinero para seguir cayendo en la clasificación. Solo Anthony Gordon, canterano, puede ir con la cabeza arriba. Quizás el año que viene tengan que jugar en el Championship. Los gestores en este último lustro, liderados por Farhad Moshiri, tendrán toda la culpa.
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