Hoy es martes, un martes disfrazado de domingo, es festivo y juega la Selección un partido crucial ante Marruecos. España se muerde las uñas.
Hoy, durante la mañana, las mejores plumas del país glosarán lo bien que juega Brasil y se abrirá un estéril debate sobre la idoneidad de convertir cada gol de la pentacampeona en un carnaval artificial y superfluo.
Hoy, Croacia vuelve a estar en cuartos de final de un Mundial. Los subcampeones del mundo no enamoran con su fútbol, eso sí, compiten mejor que nadie. Suficiente. Los balcánicos no bailan ni teatralizan por encima de sus posibilidades, sencillamente aprietan los dientes y dejan que sus resultados hablen por ellos.
Hoy, como ayer, Zlatko Dalić sigue sin sonar para grandes banquillos, no aglutina los focos ni agita las alas, pero ese caballero está a 180’ de su segunda final mundialista.
Hoy, 16 años después, un Luka Modric de 37 años sigue dando guerra, esa misma que alimentó un gen competitivo sin parangón en el fútbol mundial.
Hoy, Joško Gvardiol, con tan solo 20 años ya vale más que ayer pero menos que mañana. Honor siempre a los centrales con barba. Esa estirpe representa la esencia del fútbol más primitivo y genuino.
Hoy, mientras el mundo alaba a Brasil y aguarda con expectación a conocer el destino de ‘los cachorros de Padrique’ y la portugal de Cristiano Ronaldo, Croacia ya está preparando el plan para volver a unas semifinales del Mundial por tercera vez en su historia. Lo hace con cara de villano y un cigarrillo en la boca.
Hoy, como ayer, honor a Croacia, a su gente y a esa genética ganadora, competitiva y admirable.
La selección croata representa a un país de 3.9 millones de habitantes y lo hace con orgullo, carácter y oficio. Son un equipo, y eso, en un Mundial repleto de individualidades y egos que fagocitan todo a su paso, ya te asegura el respeto. No es poca cosa.
Papá de Miranda. Orgulloso hijo de gallego y asturiana. Dejé 13 años como abogado por fundar y dirigir Sphera Sports, con lo que ello supone. Asumo las consecuencias. Hice 'mili' en Pisa y en Bristol. Me gustan las orcas, los países escandinavos y un gol en el 90'.